Los angustiosos días vividos en octubre de 1962 dispararon intensas especulaciones sobre las verdaderas intenciones de ambos rivales, en tiempos en que los mensajes entre Moscú y Washington tardaban horas en traducirse y entregarse.
Una carta de los soviéticos del 26 de octubre de 1962, en la cual esbozaban una posible salida al conflicto, fue recibida por el embajador estadounidense en Moscú a las 09:42 hora local de Washington, pero no fue sino después de las 21 Hs que llegó al Departamento de Estado, luego de ser traducida y encriptada.
“La paz del mundo pendía de un hilo, pero tomó casi doce horas para que un mensaje de una superpotencia llegara a la otra”, escribió Michael Dobbs en su fundamental recuento de la crisis “Un minuto para la medianoche” (“One Minute to Midnight”).
Estos mensajes además “estaban redactados en el lenguaje opaco de la diplomacia de una superpotencia, que impedía al redactor admitir cualquier debilidad o equivocación”, indicó el autor.
Para agilizar la comunicación y reducir el riesgo de una guerra nuclear, los dos gobiernos establecieron el 30 de agosto de 1963 lo que llegó a conocerse como el “teléfono rojo”, pero que no era otra cosa que un cable que transmitía mensajes escritos.
Fue inaugurado el 30 de agosto de 1963, durante las presidencias de John F. Kennedy y Nikita Kruschev. Al parecer, Kruschev nunca lo llegó a usar, pero en 1967 Leonid Breshnev lo utilizó por primera vez durante la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes para prevenir errores entre las naves soviéticas del Mar Negro y la Quinta Flota que estaban acercándose la una a la otra.
En la década de 1970, se agregó una línea telefónica satelital, que permitía compartir mapas, documentos y fotos entre ambos gobiernos.
La Casa Blanca y el Pentágono resguardan bajo llave el secreto de cuántas veces fue usado el “teléfono rojo”, pero los líderes de ambas potencias lo utilizaron, también en el marco del conflicto árabe-israelí de 1967, en el año 1973 y durante la invasión soviética a Afganistán en 1979.
En 1979, Jimmy Carter lo usó para protestar ante el Kremlin por la invasión soviética en Afganistán. Para desilusión de muchos, el uso real del teléfono rojo poco tiene que ver con el mito que se encargó de crear el cine: nunca fue utilizado para impedir el fin del mundo ni grandes catástrofes.
"One Minute To Midnight" del periodista Michael Dobbs |
La caída de la Unión Soviética y la emergencia de Estados Unidos como única potencia redujeron notablemente su uso, pero no lo abolieron del todo porque en tiempos en que las armas sofisticadas pueden estar al alcance de grupos terroristas capaces de provocar una catástrofe mundial es necesario que los líderes puedan comunicarse en tiempo real.
Moscú y las capitales europeas establecieron posteriormente sus propias líneas directas de comunicación. En 1996, China instaló su “teléfono rojo” con Rusia, antes de hacerlo dos años más tarde con Estados Unidos. En 2005, India y Pakistán los imitaron.
En septiembre de 2011, Estados Unidos le propuso a Irán, su actual mayor antagonista, una línea directa para evitar cualquier confrontación que pueda derivarse del polémico programa nuclear iraní, al que Occidente acusa de perseguir un arma nuclear, pero Teherán declinó la oferta.
El Teléfono Rojo En El Cine
La película de 1964 dirigida por Stanley Kubrick cuyo título en inglés es Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, traducida libremente como Teléfono Rojo, ¿Volamos hacia Moscú? narra la historia de un paranoico general estadounidense que, convencido de que los comunistas llevan envenenando el agua potable durante décadas, decide iniciar por iniciativa propia un ataque nuclear sobre suelo soviético. El incidente pronto se traslada a las altas esferas políticas y militares del país, que se ven imponentes para frenar el ataque debido a la rigidez de los protocolos aprobados por ellos mismos para este tipo de casos, que impiden que nadie, ni siquiera el presidente del país, pueda detener el ataque. Mientras entre todos intentan encontrar una solución al probable cataclismo, el Dr. Strangelove, uno de los consejeros del presidente, informa de la posibilidad de que los comunistas estén en posesión de un arma de destrucción masiva capaz de acabar con toda vida humana y vegetal del planeta y que, ante cualquier ataque norteamericano sobre su país, se pondrá en marcha automáticamente.
31 de agosto de 2003 (edición impresa Diario La Nación)
26 de octubre de 2012 Diario Publímetro (Perú)