domingo, 22 de septiembre de 2013

El Teléfono Rojo, Mito y Realidad

Los angustiosos días vividos en octubre de 1962 dispararon intensas especulaciones sobre las verdaderas intenciones de ambos rivales, en tiempos en que los mensajes entre Moscú y Washington tardaban horas en traducirse y entregarse.
Una carta de los soviéticos del 26 de octubre de 1962, en la cual esbozaban una posible salida al conflicto, fue recibida por el embajador estadounidense en Moscú a las 09:42 hora local de Washington, pero no fue sino después de las 21 Hs que llegó al Departamento de Estado, luego de ser traducida y encriptada.
“La paz del mundo pendía de un hilo, pero tomó casi doce horas para que un mensaje de una superpotencia llegara a la otra”, escribió Michael Dobbs en su fundamental recuento de la crisis “Un minuto para la medianoche” (“One Minute to Midnight”).

Estos mensajes además “estaban redactados en el lenguaje opaco de la diplomacia de una superpotencia, que impedía al redactor admitir cualquier debilidad o equivocación”, indicó el autor.
Para agilizar la comunicación y reducir el riesgo de una guerra nuclear, los dos gobiernos establecieron el 30 de agosto de 1963 lo que llegó a conocerse como el “teléfono rojo”, pero que no era otra cosa que un cable que transmitía mensajes escritos.
Fue inaugurado el 30 de agosto de 1963, durante las presidencias de John F. Kennedy y Nikita Kruschev. Al parecer, Kruschev nunca lo llegó a usar, pero en 1967 Leonid Breshnev lo utilizó por primera vez durante la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes para prevenir errores entre las naves soviéticas del Mar Negro y la Quinta Flota que estaban acercándose la una a la otra.
En la década de 1970, se agregó una línea telefónica satelital, que permitía compartir mapas, documentos y fotos entre ambos gobiernos.

La Casa Blanca y el Pentágono resguardan bajo llave el secreto de cuántas veces fue usado el “teléfono rojo”, pero los líderes de ambas potencias lo utilizaron, también en el marco del conflicto árabe-israelí de 1967, en el año 1973 y durante la invasión soviética a Afganistán en 1979.
En 1979, Jimmy Carter lo usó para protestar ante el Kremlin por la invasión soviética en Afganistán. Para desilusión de muchos, el uso real del teléfono rojo poco tiene que ver con el mito que se encargó de crear el cine: nunca fue utilizado para impedir el fin del mundo ni grandes catástrofes.
"One Minute To Midnight"
del periodista Michael Dobbs
El Pentágono siempre se negó a precisar con exactitud cuantas veces fue utilizado. "En las ocasiones en que se usó, el teléfono permitió al presidente de Estados Unidos comunicarse con el Kremlin y reducir los riesgos de conflicto, sin que se produjeran errores de interpretación", es el único comentario que realizaron al respecto los voceros del Pentágono.
La caída de la Unión Soviética y la emergencia de Estados Unidos como única potencia redujeron notablemente su uso, pero no lo abolieron del todo porque en tiempos en que las armas sofisticadas pueden estar al alcance de grupos terroristas capaces de provocar una catástrofe mundial es necesario que los líderes puedan comunicarse en tiempo real.
Moscú y las capitales europeas establecieron posteriormente sus propias líneas directas de comunicación. En 1996, China instaló su “teléfono rojo” con Rusia, antes de hacerlo dos años más tarde con Estados Unidos. En 2005, India y Pakistán los imitaron.
En septiembre de 2011, Estados Unidos le propuso a Irán, su actual mayor antagonista, una línea directa para evitar cualquier confrontación que pueda derivarse del polémico programa nuclear iraní, al que Occidente acusa de perseguir un arma nuclear, pero Teherán declinó la oferta.


El Teléfono Rojo En El Cine

La película de 1964 dirigida por Stanley Kubrick cuyo título en inglés es Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, traducida libremente como Teléfono Rojo, ¿Volamos hacia Moscú? narra la historia de un paranoico general estadounidense que, convencido de que los comunistas llevan envenenando el agua potable durante décadas, decide iniciar por iniciativa propia un ataque nuclear sobre suelo soviético. El incidente pronto se traslada a las altas esferas políticas y militares del país, que se ven imponentes para frenar el ataque debido a la rigidez de los protocolos aprobados por ellos mismos para este tipo de casos, que impiden que nadie, ni siquiera el presidente del país, pueda detener el ataque. Mientras entre todos intentan encontrar una solución al probable cataclismo, el Dr. Strangelove, uno de los consejeros del presidente, informa de la posibilidad de que los comunistas estén en posesión de un arma de destrucción masiva capaz de acabar con toda vida humana y vegetal del planeta y que, ante cualquier ataque norteamericano sobre su país, se pondrá en marcha automáticamente.


31 de agosto de 2003 (edición impresa Diario La Nación)
26 de octubre de 2012 Diario Publímetro (Perú)

domingo, 8 de septiembre de 2013

Propaganda K, Una Cuestión de Principios


1. Principio de simplificación y del enemigo único;Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.



2. Principio del método de contagio;
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.



3. Principio de la transposición;Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.



4. Principio de la exageración y desfiguración;Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.




5. Principio de la vulgarización;Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.



6. Principio de orquestación;La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".



7. Principio de renovación;Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.



8. Principio de la verosimilitud;Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.





   

9. Principio de la silenciación;Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.



10. Principio de la transfusión;Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.



11. Principio de la unanimidad;Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.




Estos son los 11 principios de Joseph Goebbels, quien fuera ministro de propaganda de la Alemania Nazi.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Freud y Perón

En el año 1971 un joven Pino Solanas realizó su, posteriormente, célebre entrevista al General Perón, la cual se proyectó con el nombre de 'Política y Actualización Doctrinaria para la toma del poder'. La misma tenía como objetivo difundirse entre los grupos activistas del peronismo, los cuales estaban ansiosos por recibir instrucciones de su líder que al momento se hallaba exiliado en Madrid. De aquí han salido muchas de las frases que con el tiempo se repetirían como un eco por sus incondicionales seguidores.
Uno de los temas más recurrentes en esta entrevista es el llamado que Perón hace a sus seguidores, instándolos abiertamente a tomar las armas para combatir al régimen militar que se encontraba en el poder en aquel momento. Llama mucho la atención que estas palabras no sean analizadas de manera crítica, teniendo en cuenta la importancia que reviste la figura de Perón dentro de la política argentina. Por supuesto que el peronismo, al igual que los militares de aquel entonces,  legitima la violencia como una forma de hacer política. 




Sin perjuicio de esto, solamente voy a reproducir aquí un pequeño fragmento de aquella entrevista, el cual no se refiere ya a la lucha armada, sino a una particular forma de proselitismo que pinta de cuerpo entero la esencia de su doctrina. Que cada uno saque sus propias conclusiones...

[...] nosotros hemos preparado bien a la juventud, a los chicos, desde la cuna, ya la mamá iba inculcándoles esto, la intervención de la mujer en la política y los derechos políticos de la mujer tienen su razón de ser revolucionaria. Es decir, que nosotros pusimos a la mujer... ¿por qué? Porque entre el nacimiento y entre los seis años se forma el subconsciente de los niños. Allí es donde hay que meterle el peronismo, ¡lógico!..., porque de eso no se independiza jamás. [...] Esta preparación ya viene desde la niñez, por ello algunos ni se imaginan y dicen: ¡Si éstos no lo han conocido a Perón! ¡Si han nacido después que el peronismo ya había caído en el '55! Sí, bueno, pero nuestros enemigos se encargaron de hacernos buenos, como dice el famoso refrán español: "Detrás de mí vendrán los que buenos me harán".

sábado, 31 de agosto de 2013

Del rechazo anarquista a las autoridades

“No pedimos nada mejor que ver a los hombres dotados de un gran saber, de una gran experiencia, de un gran espíritu y de un gran corazón sobre todo, ejercer sobre nosotros una influencia natural y legítima, libremente aceptada, y nunca impuesta en nombre de alguna autoridad oficial cualquiera que sea, terrestre o celeste. Aceptamos todas las autoridades naturales y todas las influencias de hecho, ninguna de derecho; porque toda autoridad o toda influencia de derecho, y como tal oficialmente impuesta, al convertirse pronto en una opresión y en una mentira, nos impondría infaliblemente, como creo haber demostrado suficientemente, la esclavitud y el absurdo.




.
En una palabra, rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría sometida.

He aquí en qué sentido somos realmente anarquistas”.

Mijail Bakunin: Dios y el Estado. 1882.