viernes, 7 de septiembre de 2012

Las Indias de Mansilla

El Coronel Lucio V. Mansilla plasmó en el papel
su experiencia con los Indios Ranqueles
Entre los indios no existe la prostitución de la mujer soltera. Esta se entrega al hombre de su predilección. El que quiere penetrar en un toldo de noche, se acerca a la cama de la china que le gusta y le habla.

Ni el padre, ni la madre, ni los hermanos le dicen una palabra. No es asunto de ellos, sino de la china. Ella es dueña de su voluntad y de su cuerpo, puede hacer de él lo que quiera. Si cede, no se deshonra, no es criticada, ni mal mirada. Al contrario, es una prueba de que algo vale; de otra manera no la habrían solicitado, o cancaneado.

En lengua araucana, el acto de penetrar en un toldo a deshoras de la noche se llama cancanear , y cancán equivale a seducción.

Los filólogos franceses pueden averiguar si estos vocablos se los han tomado los indios a los galos o éstos a los indios. Yo sólo sé decir que es muy curioso que entre indios y franceses cancanear y cancán, respondan a ideas que se relacionan con Cupido y sus tentaciones.

Como se ve, la mujer soltera es libre como los pájaros para los placeres del amor entre los indios.
¿Se creerá por esto que la licencia es general entre ellos, que los Lovelace abundan y que no hay más que fijarse en una china para exclamar después: fui, vi y vencí ?

No tal.

La libertad es un correctivo en todo. Como la lanza del guerrero antiguo, ella cura las mismas heridas que hace. Esta verdad es vieja en el mundo.

La libertad trae la licencia, pero la licencia tiene su antídoto en la licencia misma.

En cuanto a la libertad de la mujer, esta observación social ha sido hecha ya no recuerdo por quién.

Las francesas se casan para ser libres; las inglesas para dejar de serlo. ¿Cuáles son los efectos? Que en Francia es mayor el número de mujeres solteras seducidas y en Inglaterra el de casadas. Y, por regla general, los predestinados del matrimonio son los celosos. ¿Por qué? Porque el pudor es el mayor cancerbero de la mujer.

¿Existe el pudor entre las indias?, se me preguntará quizá mañana por algunos curiosos.

Para ahorrarme contestaciones, anticiparé que en todas partes del mundo, así entre los pueblos civilizados, como entre las tribus salvajes más atrasadas, la mujer tiene el instinto de saber que el pudor aumenta el misterio del amor.

De lo contrario, sería cosa de hacerse uno indio mañana mismo, de renunciar a la seguridad de las fronteras y dejarnos conquistar por los ranqueles.

Al lado de la mujer soltera, la mujer casada es una esclava, entre los indios.

La mujer soltera tiene una gran libertad de acción; sale cuando quiere, va donde quiere, habla con quien quiere, hace lo que quiere. La mujer casada depende de su marido para todo.

Nada puede hacer sin permiso de éste.

Por una simple sospecha, por haberla visto hablando con otro hombre, puede matarla.

¡Así son de desgraciadas!

Y tanto más cuanto que quieran o no, tienen que casarse con quien las pueda comprar.



Hay tres modos de casarse.

El primero, es como en todas partes. Con consentimiento de los padres y por amor, con el apéndice de que hay que pagarles a aquéllos. En este caso, si después de casada una china, se le escapa al marido y se refugia en casa de sus padres, el tonto que se casó por amor, pierde mujer y cuanto por ella dio.

El segundo, consiste en rodear el toldo de la china que se quiere, acompañado de varios y en arrancarla a viva fuerza, con el beneplácito y ayuda de sus padres. En este otro caso, también hay que pagar; pero más que en el anterior. Si la mujer huye después y se refugia en el toldo paterno, hay que entregarla.

El tercero es parecido al anterior; se rodea el toldo de la china, con el mayor número de amigos posible, y quiera ella o no, quieran los padres o no, se la arranca a viva fuerza. Pero en este caso hay que pagar mucho más que en el otro. Si la mujer huye después y se refugia en el toldo paterno, la entregan o no. Si no la entregan los padres, en uso de su derecho, el marido pierde lo que pagó. Y el loco que se casó a la fuerza, por la pena es cuerdo.

No están tan mal dispuestas las cosas entre los indios; el amor y la violencia exponen a iguales riesgos.

Un indio puede casarse con dos o más mujeres; generalmente no tienen más que una, porque casarse es negocio serio, cuesta mucha plata. Hay que tener muchos amigos que presten las prendas que deben darse en el primer caso, y en el segundo y tercero las prendas y el auxilio de la fuerza.

Sólo los caciques y los capitanejos tienen más de una mujer. La más antigua es la que regentea el toldo; las demás tienen que obedecerle, aunque hay siempre una favorita que se substrae a su dominio.

Las viudas representan un gran papel entre los indios cuando son hermosas.

Son tan libres como las solteras en un sentido, en otro más, porque nadie puede obligarlas a casarse, ni robarlas.

De manera que las tales viudas, lo mismo entre los indios que entre los cristianos, son las criaturas más felices del mundo.

Cor razón hay mujeres que corren el riesgo de casarse a ver si enviudan.

2 comentarios:

  1. Las películas que se podrían filmar con este tema!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Ceo: El libro de Mansilla sería un excelente libreto para llevar al cine, decir que en este país de montoneros están muy ocupados en financiar otra clase de material.

      Eliminar