domingo, 26 de agosto de 2012

Revolución y Ejecución

Era gobernador de la Intendencia de Córdoba el coronel Juan Gutierrez de la Concha, que conjuntamente con Santiago Allende y el general Liniers se aprestaron a resistir la expedición libertadora que debía salir de Buenos Aires. El obispo de esa diócesis apoyó el plan contrarrevolucionario. El deán Gregorio Funes se opuso resueltamente a prestarle su apoyo. El plan de la conspiración contrarrevolucionaria se había extendido sólidamente por todo el interior. Para desbaratarlo fueron necesarias la rapidez de ejecución y la energía inquebrantable de la junta de Buenos Aires. El intendente Gutierrez de la Concha trató de obtener inmediatamente la cooperación de Mendoza, donde no pocos habitantes le ratificaron su adhesión.

Antonio González  Balcarce fue quien capturó a
Santiago de Liniers y los contrarrevolucionarios
En Salta volvía a hacerse cargo del gobierno Nicolás Severo de Isasmendi, que había sido declarado cesante por el virrey Cisneros, pero una vez producida la instalación de la Junta de Buenos Aires se dio prisa en reunir unos pocos vecinos que le eran adictos para reconocerle y nombrar diputado. Cuando después la junta nombró a Feliciano Antonio Chiclana gobernador de la intendencia de Salta, Isasmendi prestó servicios de espía, haciendo creer a los realistas que conspiraba contra la Revolución.
En carta que fue interceptada, de Francisco de Paula Sanz, gobernador intendente de Potosí, a Gutierrez de la Concha, de fecha 11 de agosto, se habla de las expediciones que debían salir de Potosí y Chuquisaca para reunirse con los hombres de Porco y Chichas en Tupiza. "De dónde -escribía Paula Sanz- seguirán hasta Jujuy en la espera de los avisos de ustedes para reunírseles en todo evento; en reemplazo de estas tropas que salen, creo vendrán inmediatamente seiscientos hombres de Cochabamba y Santa Cruz, a más de otros seiscientos que no tardarán en llegar de Arequipa y Puno donde Goyeneche los mandó reunir y estaban ya allí acuartelados; de dónde supongo, habrán ya salido... enviándome a más 5oo fusiles y bastante provisión de cartuchos".

En otra carta de Vicente Nieto, presidente de La Plata y dirigida al mismo tiempo al gobernador de Córdoba, se hace referencia al plan de este último de ponerse en contacto con Montevideo, a cuya ciudad se había pedido el concurso de quinientos marineros armados y municionados. En el caso de que no hubiera reunido fuerza de resistencia suficiente, Nieto aconseja a Gutierrez de la Concha que se vaya replegando hacia Jujuy sin emprender acción alguna hasta tener el concurso del mayor general José de Córdoba. Los hombres del gobierno de Buenos Aires estaban en posesión de todos los hilos del plan militar y político fraguado contra ellos. Con fecha del 17 de agosto Moreno le dice a la Junta de comisión del ejército: "Siendo uno de los principales fines de la expedición sorprender a los pueblos del Perú antes que los refuerzos de Limapuedan ponerlos en estado de una defensa vigorosa, sería quizá conveniente que una división de cuatrocientos hombres al mando del mayor general Balcarce con cuatro piezas de    y cien hombres de caballería, se adelantase hasta Tupiza, donde se mantuviese hasta la llegada del grueso del ejército. La distancia que hay de Potosí a Tupiza impediría que esta fuerza fuese atacada tomando las precauciones y fortificación que enseña el arte".

Francisco Ortiz de Ocampo. Primer General
de la Guerra de la Independencia

Cuando se tuvo noticia en Córdoba de la inminente llegada de la expedición libertadora de Francisco Ortiz de Ocampo, los insurrectos se disolvieron, dirigiéndose muchos de ellos hacia el norte con miras de reunirse a las fuerzas españolas del Alto Perú. Pero el mayor General Antonio Gonzalez de Balcarce alcanzó a los prófugos, haciendo prisioneros a Liniers, Gutierrez de la Concha, el Obispo Rodrigo de Orellana, el Coronel Allende, el tesorero Rodriguez y el contador Moreno.

El 13 de julio la Junta comunicó a la comisión del ejército que debía desbaratar la conspiración de Córdoba, tomando presos a sus promotores. Aún no se hablaba de la ejecución. Pero el 19 del mismo mes y ante las alarmantes noticias que habían llegado sobre violencias cometidas en Mendoza, la junta vuelve a escribir a la comisión del ejército y alude al final al "ejemplar castigo" a que serían sometidos los contrarrevolucionarios de Córdoba. El decreto de fusilamiento es del 28 de julio, de puño y letra de Mariano Moreno. La Junta manda que los promotores nombrados sean arcabuceados, "en el momento en que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cuales fuesen las circunstancias, se ejecutará esta resolución, sin dar lugar a minutos que preoporcionasen ruegos y relaciones capaces de cmprometer el cumplimiento de esta orden y el honor de V.S. Este escarmiento debe ser la base de la estabilidad del nuevo sistema, y una lección para los jefes del Perú, que se abandonan a mil excesos por la esperanza de la impunidad".

El ex Virrey y héroe de la Reconquista Santiago de Liniers, fue fusilado por orden de Mariano Moreno

Ante esta orden de ejecución, el pánico se extendió en toda la población de Córdoba y sus principales vecinos suplicaron que no se llevara a cabo. El jefe de la expedición libertadora, Ocampo, y el representante de la junta, Hipólito Vieytes, demoraron la orden de ejecución, haciendo llegar el pedido a la Junta de Buenos Aires. A esta solicitud siguió una nueva nota de 18 de agosto, en la que se reitera la orden de ejecución; para cumplirla se envía al vocal Castelli y se declara "que los Jefes de esa expedición han atropellado las órdenes de esta Junta dando entrada a consideraciones que se había mandado anteriormente no fuesen escuchadas".
El 26 de agosto, en el lugar denominado Cabeza del Tigre, fueron ejecutados Liniers y sus compañeros, con excepción del obispo Orellana en consideración a su investidura.

Fuente: Ricardo Levene, Lecciones de Historia Argentina, Tomo II, 13º Ed., J. Lajouane & Cía. Ed. (1930)

martes, 21 de agosto de 2012

Buenos Aires en 1806

 Vista del Cabildo desde La Recova
Emeric Essex Vidal (1817)
Unas ocho hileras de doce manzanas en su base, cortadas rectangularmente por calles sin empedrar, cuyas aceras estaban trazadas por mal escuadrados postes de algarrobo y ñandubay: tal aparecia en plano horizontal y en su centro más compacto, la buenos aires de los virreyes. Fuera de ese triángulo casi del todo edificado, -cuyos vértices eran, al norte, el convento de las Catalinas (1), al sud el hospital de los betlemitas (2) y, al oeste, la manzana comprendida entre las calles del Cabildo, de las Torres (3) y las sin nombre que fueron mas tarde de Salta y Santiago del Estero, -el caserío raleaba más y más entre quintas y huecos abandonados, pareciendo inverosímil que debajo de aquel reducido montón de techos rebajados cupieran más de cuarenta mil habitantes. Más allá, los arrabales se tornaban montes o potreros, terminando, por fin, en la zona conquistada de la pampa hasta la cercana frontera, salpicada de pagos y escasas rancherías. En más de dos siglos, Buenos Aires no había rebosado de las 144 cuadras que componían la antigua traza de don Juan de Garay.
Asimismo, la extensión material de la ciudad constituía su aspecto más imponente, pues en la estructura urbana y arquitectónica la aventajaban poblaciones menores, no sólo de Europa sino de la América Española. Buenos Aires era chata como su Plata sin ribazos y su pampa sin relieve; y la general uniformidad resultaba más sensible aún para el espectador (4) que la miraba desde un alto observatorio y casi sin proyección. Dominando el ancho río, la enorme y achaparrada Fortaleza real (5), a la vez el palacio de gobierno, despacho de la Audiencia (6), cuartel de tropas y armería, ostentaba su macizo parapeto acribillado de cañoneras y flanqueado de bastiones angulares, con su portón central y su puente levadizo sobre el ancho foso que contornaba al murallón: pero las cañoneras estaban vacías o artilladas con material fuera de uso, el foso se terraplenaba con escombros y basura, y la fábrica toda se mostraba tan ruinosa como el régimen vetusto de que era símbolo. Los arcos de la Recova vieja (7) cercaban hacia el este la Plaza Mayor; al frente se alzaba el Cabildo (8) abovedado con su miserable cárcel anexa (9); y, por el lado del norte, la Catedral (10), con sus dos campanarios sobresalientes hacia la calle de las Torres y su cementerio contiguo, vecino del lúgubre "hueco de las ánimas" (11) -en esa esquina de San Martín (Reconquista) (12) desde entonces destinada a evocar las fantasmagorías del teatro (13) después de aterrar al vulgo con los fantasmas de la superstición. Un poco más allá, en la misma calle, que era prolongación de la de Santo Domingo y San Francisco (14), los templos de La Merced (15) y las Catalinas levantaban sus torres y campanarios vulgares, vaciados en el molde de los de San Miguel (16), San Nicolás, la Concepción, Monserrat, y todos los conventos y capillas que en cada barrio rompían con su monotonía monacal la uniformidad de las casas bajas y desteñidas. Casi todas éstas, de un solo piso, ostentaban los mismos balcones y rejas salientes, patios espaciosos, puertas macizas y, bajo la techumbre de teja o azotea, las invariables cornisas de grueo cimacio o mediacaña. Con excepción de la gran Plaza de Toros en el Retiro (17), disforme prisma de ladrillo pintado a cal, cuyas ventanas ovales se divisaban a la derecha del Socorro (18), nada enseñaba la desgraciada capital que tuviera el significado exterior de la vida colectiva, -nada más que el Fuerte, el Cabildo y la Iglesia, emblemas todos del culto maquinal y el rendimiento formalista a uno y otro Señor (19), los cuales, por el anillo intermediario del Patronato (20), se confundían políticamente. Todos los otros órganos sociales, ya del trabajo, ya del placer, se mantenían atrofiados o embrionarios, y, por lo tanto, sin manifestación visible. La campaña, el desierto temeroso y hostil, apenas transitable a caballo, rodeaba y estrechaba esta isleta de sociabilidad, sirviendo de región intermedia las chacras y quintas frutales, cercadas de pitas y tunas, que formaban el ancho marco verde del cuadro urbano. Las carretas de bueyes y las recuas de Cuyo (21) se estacionaban en las calles centrales. Cada casa de familia mantenía un caballo, cuando no dos o tres, atado al poste de su casera; -y esta playa de mar que recibia después de la civilización europea, pasada por el tamiz español, necesitaba otros tantos para transmitirla al centro del virreinato por su única vía terrestre, el camino real cuyas huellas seculares llegaban al Perú.

El Plano Bermúdez data del año 1713


           

                    NOTAS
  1. El convento de las Catalinas, en la intersección de las calles San Martín y Viamonte.
  2. El hospital y el convento de los betlemitas, en México y Defensa, donde ahora está la casa de la moneda.
  3. Calles del Cabildo y de las Torres, actuales Rivadavia y Defensa, respectivamente.
  4. El espectador es don Manuel de Sarratea (1774-1849) a quien Groussac imagina contemplando la ciudad desde la torre del convento de Santo Domingo.
  5. La Fortaleza Real estaba en el lugar que ahora ocupa la Casa de Gobierno. Fue demolida en 1853 durante la gobernación de Pastor Obligado.
  6. La Real Audiencia, alto tribunal de justicia que poseía, además, facultades administrativas y políticas. Dos veces se fundó la audiencia de Buenos Aires: una el 6 de abril de 1661 (extinguida el 31 de diciembre de 1671) y otra el 14 de abril de 1783. Funcionó hasta el 23 de enero de 1812, fecha en que fue sustituida por una cámara de apelaciones.
  7. La Recova Vieja, construcción realizada en 1803, durante el virreynato de Joaquín del Pino (1801-1804). Atravesaba la actual Plaza de Mayo de norte a sur (de Rivadavia a Victoria). A su derecha (entre el fuerte y la recova) quedaba la Plaza de Armas, a su izquierda (entre la Recova y el Cabildo) la Plaza Mayor. Servía de Mercado. La hizo derribar el intendente don Torcuato de Alvear del 8 al 17 de mayo de 1883.
  8. El Cabildo. El primer Cabildo se edificó en 1608, fue demolido en 1710 y reemplazado por otro que se terminó en 1770. Comprendía casi toda la cuadra Bolivar (entonces Santísima Trinidad) entre Victoria y Rivadavia. La apertura de la Avenida de Mayo y de la diagonal Presidente Julio A. Roca ha reducido sus dimensiones a menos de la mitad.
  9. La Cárcel se encontraba en el mismo edificio del Cabildo, en el sitio en que se abrió la Avenida de Mayo. La parte destinada a ser prisión de mujeres daba a la calle Victoria.
  10. La Catedral, en la esquina de Rivadavia y San Martín, dónde aun se encuentra. Tenía dos torres que dieron su nombre a la calle en que estaba situada.
  11. El "hueco de las ánimas". Se llamaba así al espacio vacío ubicado en la esquina de Rivadavia y Reconquista. Correspondía al solar que Juan de Garay destinó para sí, pero no pudo edificar a causa de su muerte. El temor popular le dió este nombre por creer que allí se aparecían fantasmas. Hasta se asegura que cerca de él habían puesto un letrero que decía: "no pasen por esta calle que andan las ánimas".
  12. San Martín (Reconquista). La calle Reconquista se llamó San Martín hasta 1807, año en que se le dio el nombre de Liniers, en honor del  Reconquistador. El de Reconquista data de 1845.
  13. Las fantasmagorías del teatro. En 1804 se empezó a edificar en el "hueco de las ánimas" el Nuevo Coliseo, nunca llegó a concluirse y, en 1855, el ingeniero Carlos E. Pellegrini construyo en el mismo sitio el teatro Colón, donde, desde 1887, funcionó el Banco Nacional y, después, el Banco de la Nación Argentina.
  14. La de Santo Domingo y San Francisco. La que desde 1845 se llama Defensa, en 1806 se llamaba San Martín, pues entonces no variaban los nombres de las calles según estuvieran al Norte a al Sur de Rivadavia. Santo Domingo se encuentra en la esquina de Belgrano y San Francisco en la de Alsina.
  15. La Merced, en la esquina de Reconquista y Cangallo.
  16. San Miguel, en la esquina de Suipacha y Bme. Mitre; San Nicolás, en la de Carlos Pellegrini y Corrientes -trasladada a la calle Santa Fe entre Talcahuano y Uruguay, al abrirse la diagonal Roque Saenz Peña-; La Concepción en Independencia entre Tacuarí y B. de Irigoyen; Monserrat, en Belgrano entre Lima y Salta.
  17. Plaza de Toros en Retiro. El Retiro era una casa de campo que ocupaba poco más o menos lo que es hoy la Plaza San Martín. Allí se construyó, para realizar corridas de toros, un edificio octogonal que podía contener unos nueve mil espectadores.
  18. El Socorro, en la esquina de Juncal y Suipacha.
  19. Uno y otro Señor, el poder político y el poder eclesiástico.
  20. El Patronato, derecho en virtud del cual el poder civil interviene en la realización de ciertos actos eclesiásticos: nombramientos de dignatarios, erección de iglesias, admisión de órdenes religiosas, creación de obispados y parroquias, etc. El Papa Julio II reconoció a los Reyes Católicos el derecho de Patronato en América por bula de 28 de Julio de 1508.
  21. Cuyo, región que comprendia a las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.

Fuente: Paul Groussac, Santiago de Liniers, Buenos Aires, Arnoldo de Moen y Hermano, 1907.

lunes, 13 de agosto de 2012

Argentinismos

Ricardo Rojas. Autor de la obra
Historia  de la Literatura Argentina
En el castellano usual de nuestro país circulan muchas palabras o frases que por ser propios de Argentina han recibido el nombre de "argentinismos". Estas formas verbales han sido recogidas en glosarios empíricos, para realzarlos como signos reveladores de un "idioma nacional", si el colector obedecía a prejuicios patrióticos, o para estigmatizarlos como plaga de la lengua castiza, si el colector procedía por preconceptos académicos. 
Los argentinismos consisten: o en derivaciones locales, aunque ajustadas generalmente a las leyes morfológicas del español, o en voces españolas que han recibido aquí acepciones nuevas. Casi todos estos argentinismos han pasado ya de lengua oral a la escritura literaria, y algunos han entrado en el diccionario oficial de la Academia Española, autorizándose con dicho precedente el derecho que tendrían a incorporarse todos en un catálogo más completo del habla hispano-americana.
La formación de Argentinismos tiene su equivalente en los regionalismos de todas las Naciones de nuestra América, y en los provincialismos de la península ibérica, que también están penetrando en el diccionario de la RAE. Castilla nos ha dado el molde de nuestro idioma, como Roma se lo dio al latín, pero ni el Lacio proveyó de todas las voces de la lengua del Imperio, enriquecida más bien al contacto de sus provincias políglotas, ni Madrid puede asumir el gobierno gramatical de una lengua que ya no le pertenece, puesto que es de todos los pueblos adonde la llevó la expansión castellana.
Son argentinismos tomados a nuestras lenguas indígenas, las palabras pampa, gaucho, poncho, mate, cacique, chiripá, choclo, jagüel, maíz, ombú, ojota, huracán, chajá, guanaco, galpón, huaino, quena, y centenares de voces que designan formas regionales de la geografía argentina o tipos de su fauna, su flora, su folklore. Otras palabras análogas se nos presentan con dudosa etimología disputándose si provienen de lenguas indígenas o de arcaicas raíces latinas o del "sermo vulgaris" ibérico traído en el siglo XVI por los conquistadores, cuya procedencia latina, árabe, judía, vasca, portuguesa o visigótica podría conjeturarse, por ejemplo: payador, pulpería, charango, boliche, bagual, pucho, chifle, tango, quebracho, vidalita, pericón, rancho, todas intensas de colorido regional, como las de origen precolombino. Poseemos también algunos argentinismos que provienen de lenguas africanas, aún cuando la raza negra nunca fue aquí tan populosa como en otras regiones de América, ella nos ha dejado las palabras: zambo, candombe, mandinga, bochinche, quilombo, zamba, maní, batuque, y acaso chingar, chimango, tongo. Argentinismos de forma española pero de acepción nueva son: caudillo, montonera, mamarse, amargo, apero, palenque, algarrobo, huella, gato, triste, bola, peludo, estancia, voces numerosísimas de regional. Por fin, otros argentinismos derivados de arcaicas raíces españolas o de raíces cosmopolitas introducidas por la inmigración, tales como churrasco, pingo, achuras, tapera, toldería, malón, refusilar, bichoco, mazorquero, blolear, macanear, patota, conventillo, atorrante, compadrito y tilingo.

Fuente: Ricardo Rojas, Eurindia (1924), Ed. CEAL.


miércoles, 8 de agosto de 2012

L'Etat c'est moi!

Luis XIV. Personificación del Estado Absoluto
Luis XIV da nombre a todo el siglo XVII. Es la centuria en que Inglaterra y Holanda triunfan en sus ideas liberales, mientras Francia adopta como divisa el principio del poder absolutoEl estado soy yo!
Francia está en el apogeo de su gloria. Versalles, con sus jardines recortados y sus praderas perfumadas, es el centro de gravedad de la política europea. En Versalles está el Rey Sol, y en su torno giran las demás naciones.

Aún no había cumplido cinco años y ya era rey de Francia. ¡Cuantas veces habrá acariciado con sus infantiles manos los cañones dónde el genio maquiavélico de Richelieu había mandado a escribir la frase: Ultima ratio regnum! Diriamos que en ellos, el monarca ha aprendido a leer.
Ya cumplidos los veintitrés años, muere el cardenal Mazarino. Hacía dieciocho que era rey sin reinar. "¿A quien hemos de dirigirnos Sire?" -le preguntaron sus hombres de gobierno-. "A mi" - replicó este monarca olvidado de sus deberes.
Desde ese día el rey jóven se pone a trabajar. C'est par le travail qu'on règne -es por el trabajo que los reyes reinan-, escribirá más tarde. Si es así, Luis XIV reina bien. Ni un solo día dejará de trabajar ocho horas diarias. "Su vida estaba tan reglada, que en cada minuto sabía toda Europa que hacía el rey de Francia" diría Saint-Simon.
Pasan así diez años. Regis ad exemplum totus componitur orbis - el mundo se forma de acuerdo al ejemplo de los reyes. Pero él no es eterno y su reino (su propiedad), le preocupa cuando piensa en el futuro. Y el futuro se concreta en el Delfín quien ya tiene siete años. Luis recuerda que a esa edad, ya era rey. Recuerda también cómo le faltó el consejo desinteresado de un padre que hubiera sido rey, y para evitar las posibles consecuencias de un azar funesto, en 1668, comienza a redactar sus "memorias sobre el arte de gobernar". 

Luis XIV representa la cima del poder absoluto. Centralizó en sus manos todo el poder. Se considera representante de Dios en la tierra y padre de una inmensa familia, y a la vez se siente supeditado a los deberes que ello le conlleva.
Luis XIV es la práctica y en cierto modo el creador del estilo absolutista de gobierno. Aunque también el absolutismo tiene en esos años un teórico: el cardenal Jacques Bénigne Bossuet. Sus ideas aparecen en la Politique tirée de l'Ecriture sainte -política sacada de las propias palabras de la sagrada escritura-, compuesta para uso del Delfín, de quien fue nombrado preceptor en 1670.
Bossuet completa y justifica conforme a la Santa Escritura esta política. Sostiene en Francia la tesis que Hobbes ha sostenido en Inglaterra, con la diferencia que Inglaterra es la patria del utilitarismo, como Francia es el lugar del espiritualismo.

El cardenal Bossuet fundamentó en la teoría,
 la práctica absolutista de Luis XIV.
Bossuet no se apoya en el temor o el interés, sino en la voz de Dios. El rey debe atenerse a la razón de Dios, porque también los reyes, esos "dioses de carne y sangre", morirán como hombres. "El pueblo debe temer al príncipe, pero el príncipe debe temer hacer el mal".

El cristianismo de Bossuet se acentúa con la idea de Providencia. Es la clave de todas sus ideas: "Dios establece los reyes como sus ministros, y reina mediante ellos sobre los pueblos". "Dios decide la fortuna de los Estados". "Dios hace la guerra para su pueblo desde lo más alto de los cielos"
Para Bossuet la autoridad real es sagrada, paternal, absoluta y sometida a razón. En estas cuatro notas queda encerrada su tesis absolutista, y son estas las notas con las cuales ha representado a la Providencia.
Bossuet no confunde el poder absoluto con el poder arbitrario. "Es absoluto porque es independiente de toda autoridad humana".  Absoluto es el concepto que se opone a relativo; absoluto es todo lo que no está condicionado. Así el cardenal observa que la situación no autoriza a la arbitrariedad; pues "hay leyes en los imperios, y es nulo de derecho cuanto se realiza contra ellas".


LA AUTORIDAD REAL ES SAGRADA

Dios establece los reyes como sus ministros, y reina mediante ellos en los pueblos. "El principe -dice San Pablo- es ministro de Dios para el bien. Temblad, si caeis en el mal; no en vano tiene la espada, y es ministro de Dios, vengador de las malas acciones".
Dios ejerce su imperio a través de los reyes "¿Pensáis poder resistir al reino del Señor, que posee mediante los hijos de David?".
El trono real no es el trono de un hombre, sino el trono del mismo Dios. "Dios ha escogido a mi hijo Salomón para colocarlo en el trono donde reina el Señor sobre Israel".
Y para que no se crea que ese tener reyes establecidos por Dios es particular de los israelitas, he aquí lo que dice el Eclesiastés: "Dios da a cada pueblo su gobernador; e Israel le está manifiestamente reservado".
Gobierna pues a todos los pueblos y a todos les da sus reyes, aunque gobierne a Israel de manera más particular y declarada.


LA PERSONA DEL REY ES SAGRADA

La persona de los reyes es sagrada y atentar contra su vida es un sacrilegio.
Dios les hace ungir por sus profetas con una unción sagrada, como hace ungir los pontífices y sus altares.
Incluso sin la aplicación exterior de esta unción, son sagrados por su cargo, como representantes de la majestad divina. El título de Cristo es dado a los reyes; y por todas partes se les ve llamados Cristos, o los ungidos del Señor.


LA AUTORIDAD REAL ES PATERNAL

Los reyes ocupan el lugar de Dios, verdadero padre del género humano. Además, la primera idea de poder aparecida entre los hombres es la del poder paternal. 
La obediencia debida al poder público aparece en el Decálogo, en el precepto que obliga a honrar al padre y a la madre.
Por todo esto, el nombre del rey es el nombre del padre.


LA AUTORIDAD REAL ES ABSOLUTA

Para hacer este término odioso, algunos fingen confundir el gobierno absoluto y el gobierno arbitrario.

El príncipe no debe dar cuenta a nadie de lo que ordena;

"Observad las órdenes que salen de la boca del rey y guardad el juramento que habéis prestado. No penséis escapar ante su faz, y no permanescáis en las malas obras, porque hará todo cuanto quiera. La palabra del rey es poderosa; y nadie puede decirle: ¿Por qué lo hacéis así? Quien obedezca no tendrá mal alguno".

Sin esta autoridad absoluta no puede hacer el bien ni reprimir el mal. Es preciso que su poder sea tal que nadie pueda tener la esperanza de escapar de su autoridad; y en fin, la sola defensa de los particulares contra el poder público debe ser su inocencia.
Esta doctrina está conforme a lo que dice San Pablo: "¿Queréis no temer su poder? Haced el bien".

Cuando el príncipe ha juzgado ya, no hay otro juicio;

Los juicios soberanos están atribuidos a Dios mismo. Cuando Josafat estableció jueces para juzgar al pueblo: "No es en nombre de los hombres como juzgáis, sino en nombre de Dios".

No existe fuerza coactiva contra el príncipe;

Se llama fuerza coactiva al poder de constreñir y ejecutar lo ordenado legitimamente. Solo al príncipe pertenece el mando legítimo; a él solo pertenece también la fuerza coactiva. Según San Pablo "Si no hacéis el bien, temed, no en vano tiene la espada".

Los reyes están, pues, sometidos como los demás hombres a la equidad de las leyes, porque deben ser justos y deben dar ejemplo a su pueblo; pero no están sometidos a las penas de las leyes; o, como dice la Teología, están sometidos a las leyes no en cuanto al poder coactivo sino en cuanto al poder directivo.

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Finalmente, las preocupaciones del Luis XIV por el reinado de su hijo fueron en vano. El Delfín murió en 1711, cuatro años antes que su padre. Su nieto Felipe V, el primer borbón español, y luego en Francia Luis XV, podrían únicamente aprovechar sus Memorias. Sin embargo, ya no será lo mismo. En Luis XIV culmina la grandeza de Francia -podría precisarse que hasta la muerte de Colbert-; mas también comienza en él su decadencia. Las guerras exteriores han dejado a la nación extenuada, al Estado arruinado. Ya en 1694 escribía Fenelón a su rey: "Vuestro pueblo muere de hambre. El cultivo de las tierras es casi abandonado; las ciudades y los campos se despueblan, los oficios languidecen, el comercio está aniquilado".

Versalles. Cuna del poder Absoluto de Luis XIV


   
Luis XIV había tratado de dominar en el exterior a Europa, como en el interior dominaba las voluntades y conciencias. Inevitablemente, se recuerda con la amarga ironía de todo saldo histórico sus propias palabras: "los imperios sólo se conservan como se adquieren; mediante el vigor, la vigilancia y el trabajo".


Fuente: Luis XIV, Memorias sobre el Arte de Gobernar, Espasa-Calpe, Segunda Edición (1947).

lunes, 6 de agosto de 2012

Arte Romano; entre lo autóctono y lo heredado

Es indudable que los romanos no pueden incluirse en el reducido número de pueblos para los cuales el arte fue una elevada forma de expresión originada en ellos. Su arte plástico no nació del instinto creador de todo un pueblo, sino que se derivó del arte griego. Según el historiador del arte Johann Joachim Winckelmann "han existido escultores y pintores romanos, los cuales algunos de ellos elevaron su arte a gran altura y muchos pueden compararse a los artistas griegos, pero de tales obras no se desprende ningún sistema de arte romano que se pueda diferenciar del griego".

Foro Romano



                         
Aquel que haya visitado Roma después de Atenas, la blanca ciudad de mármol; aquel que después de la Acrópolis haya contemplado el Foro Romano, el Palatino o las Termas Imperiales, habrá observado la diferencia entre dos mundos distintos y que esta diferencia no es solo hija del tiempo.
Todo el arte europeo ha llegado a ser grande en una constante y repetida dispersión de la herencia que le legara la Antigüedad. Romanas efigies de emperadores, romanos sarcófagos, bustos y estatuas constituyeron la pura expresión de la Antigüedad para los artistas desde la Edad Media hasta el barroco, mientras que la arquitectura griega todo lo más influyó teóricamente a través de los escritos del arquitecto romano Marco Vitrubio y la verdadera plástica griega, especialmente los períodos clásico y pre-clásico, puede decirse que permanecieron desconocidos.
Como ejemplo se puede decir que Federico II embelleció su castillo de caza de Castelmonte con un suntuoso portal de pura forma romana. La Basílica de San Pedro fue edificada proponiéndose la ideal competencia con construcciones como el Panteón de Agripa y la Basílica de Majencio.

El Panteón de Agripa (Arriba) fue una de las fuentes de
inspiración para la construcción de la Basílica de San Pedro

Cuando de intento quísose aproximar a los antiguos siempre se adoptaron las formas romanas pero no las griegas. Poetas como Dante y Racine, pensadores como Montaigne, soberanos como Federico II y Luis XIV, artistas como Bernini.
Con el fin del barroco, y en parte debido a Winckelmann, rompióse la inmediata tradición romana para vivir una existencia pasajera en torno a la figura de Napoleón. Comenzó un nuevo clasicismo que por primera vez desdeñaba el arte romano y buscaba la inspiración directa de Grecia. El arte griego ha sido reestablecido y el sueño de Wincklemann adquirió realidad. Goethe, quien llevó a la perfección este espíritu, había experimentado al principio algunas dudas ¿Que significaba el arte romano ante el nuevo descubrimiento que se efectuaba? "Estilo de imitadores, decadencia y fracaso del arte"; esto pensaba Wincklemann de la época romana.

A partir de fianles del siglo XIX comienza una revalorización del barroco, hasta el momento despreciado, y con ella aparecía una nueva valorización del arte romano. Las obras de los historiadores del arte Wickoff y Riegl pusieron énfasis en el gran proceso evolutivo que había experimentado el arte griego durante el imperio romano, considerando todas las ramas del arte. Pero lo decisivo aquí era que el camino para el estudio quedaba abierto y exento de prejuicios.

Johann Wincklemann. Historiador del arte
Ayudó a la nueva tendencia, la investigación literaria preocupada de esclarecer lo que es autóctono y original dentro de la poesía y prosa latinas en contraposición a la forma y el espíritu de tradición griega.

Roma recibió la influencia del arte griego por dos caminos distintos. Cuando todavía no podía presumirse el poderío político y cultural que un día alcanzaría sobre la península de los Apeninos, ya el sur de Italia y la Isla de Sicilia se conocían con el nombre de Magna Grecia; por este tiempo se completaba en el centro de la península la helenización del pueblo etrusco, que ha sido el elemento pre-romano más importante. A través de la versión etrusca, de carácter semi-bárbaro, los romanos vinieron a conocer por primera vez el arte de Grecia. "Toscanos" eran sus antiguos santuarios y representaciones religiosas, artistas etruscos ornamentaron el templo de Júpiter, construído sobre el Capitolio.

Cuán profundamente se hallaba mezclado el elemento etrusco con el romano lo demuestran muchos aspectos de la religión, las costumbres, y el hecho de que un gran número de nombres propios romanos sean de origen etrusco y que hasta la misma ciudad eterna recibiera su nombre de una noble familia Etruria. Formas características del arte Etrusco han seguido reproduciéndose en templos y sepulturas, y dicha influencia se reconoce en sectores peculiares del arte romano, como el retrato escultórico y la interpretación paisajista. Estas especialidades prestan al arte romano un matiz propio.

La verdadera helenización de Roma comenzó con la enorme expansión de la cultura griega producida por las expediciones de Alejandro. Sólo que en Roma el helenismo no se infiltró por conquista, como sucedió en Oriente, sino que Roma primeramente impuso su dominio en la Magna Grecia, después en Grecia y Asia Menor, siguiendo las rutas que conducían al mundo descubierto por Alejandro, y obteniendo con ello para sí la herencia del Helenismo.


Fachada del Templo de Júpiter Capitolino
con influencias etruscas
Cuando se dice que Roma fue la última capital del Helenismo, se debe observar el contraste que ofrece la actividad de ésta con la postura pasiva que adoptó Oriente. Tal actividad se manifiesta en la apasionada colección y copia de obras griegas, así como el deseo de imitar a Grecia tanto en poesía como en filosofía, tanto en lenguaje como en la vida. Tanto es así que en los últimos tiempos de la República, se hace dificil diferenciar en el dominio del Arte aquello que es griego de lo romano, de tal modo que no puede contestarse facilmente la pregunta ¿cuando comienza el arte romano?

El proceso de fusión del espíritu griego y el romano perdura todo el período imperial, pues aunque el mundo heleno ya había sido incorporado al imperio, no obstante seguía viviendo su propia vida, conservaba su lengua y veneraba a sus dioses junto a los de los romanos; en una palabra: los hombres de la mitad occidental del Imperio habían seguido siendo griegos.

Si no se quiere hablar ya de "arte griego bajo el dominio romano", como dijo Wiclemann, sino simplemente de arte romano, es debido a la evidencia de que el espíritu de Roma se afirma y ha hecho presión sobre las formas del Helenismo.

Fuente: Herbert Koch, Historia del Arte Romano, Ed. Labor S.A., 1926.