lunes, 13 de agosto de 2012

Argentinismos

Ricardo Rojas. Autor de la obra
Historia  de la Literatura Argentina
En el castellano usual de nuestro país circulan muchas palabras o frases que por ser propios de Argentina han recibido el nombre de "argentinismos". Estas formas verbales han sido recogidas en glosarios empíricos, para realzarlos como signos reveladores de un "idioma nacional", si el colector obedecía a prejuicios patrióticos, o para estigmatizarlos como plaga de la lengua castiza, si el colector procedía por preconceptos académicos. 
Los argentinismos consisten: o en derivaciones locales, aunque ajustadas generalmente a las leyes morfológicas del español, o en voces españolas que han recibido aquí acepciones nuevas. Casi todos estos argentinismos han pasado ya de lengua oral a la escritura literaria, y algunos han entrado en el diccionario oficial de la Academia Española, autorizándose con dicho precedente el derecho que tendrían a incorporarse todos en un catálogo más completo del habla hispano-americana.
La formación de Argentinismos tiene su equivalente en los regionalismos de todas las Naciones de nuestra América, y en los provincialismos de la península ibérica, que también están penetrando en el diccionario de la RAE. Castilla nos ha dado el molde de nuestro idioma, como Roma se lo dio al latín, pero ni el Lacio proveyó de todas las voces de la lengua del Imperio, enriquecida más bien al contacto de sus provincias políglotas, ni Madrid puede asumir el gobierno gramatical de una lengua que ya no le pertenece, puesto que es de todos los pueblos adonde la llevó la expansión castellana.
Son argentinismos tomados a nuestras lenguas indígenas, las palabras pampa, gaucho, poncho, mate, cacique, chiripá, choclo, jagüel, maíz, ombú, ojota, huracán, chajá, guanaco, galpón, huaino, quena, y centenares de voces que designan formas regionales de la geografía argentina o tipos de su fauna, su flora, su folklore. Otras palabras análogas se nos presentan con dudosa etimología disputándose si provienen de lenguas indígenas o de arcaicas raíces latinas o del "sermo vulgaris" ibérico traído en el siglo XVI por los conquistadores, cuya procedencia latina, árabe, judía, vasca, portuguesa o visigótica podría conjeturarse, por ejemplo: payador, pulpería, charango, boliche, bagual, pucho, chifle, tango, quebracho, vidalita, pericón, rancho, todas intensas de colorido regional, como las de origen precolombino. Poseemos también algunos argentinismos que provienen de lenguas africanas, aún cuando la raza negra nunca fue aquí tan populosa como en otras regiones de América, ella nos ha dejado las palabras: zambo, candombe, mandinga, bochinche, quilombo, zamba, maní, batuque, y acaso chingar, chimango, tongo. Argentinismos de forma española pero de acepción nueva son: caudillo, montonera, mamarse, amargo, apero, palenque, algarrobo, huella, gato, triste, bola, peludo, estancia, voces numerosísimas de regional. Por fin, otros argentinismos derivados de arcaicas raíces españolas o de raíces cosmopolitas introducidas por la inmigración, tales como churrasco, pingo, achuras, tapera, toldería, malón, refusilar, bichoco, mazorquero, blolear, macanear, patota, conventillo, atorrante, compadrito y tilingo.

Fuente: Ricardo Rojas, Eurindia (1924), Ed. CEAL.


miércoles, 8 de agosto de 2012

L'Etat c'est moi!

Luis XIV. Personificación del Estado Absoluto
Luis XIV da nombre a todo el siglo XVII. Es la centuria en que Inglaterra y Holanda triunfan en sus ideas liberales, mientras Francia adopta como divisa el principio del poder absolutoEl estado soy yo!
Francia está en el apogeo de su gloria. Versalles, con sus jardines recortados y sus praderas perfumadas, es el centro de gravedad de la política europea. En Versalles está el Rey Sol, y en su torno giran las demás naciones.

Aún no había cumplido cinco años y ya era rey de Francia. ¡Cuantas veces habrá acariciado con sus infantiles manos los cañones dónde el genio maquiavélico de Richelieu había mandado a escribir la frase: Ultima ratio regnum! Diriamos que en ellos, el monarca ha aprendido a leer.
Ya cumplidos los veintitrés años, muere el cardenal Mazarino. Hacía dieciocho que era rey sin reinar. "¿A quien hemos de dirigirnos Sire?" -le preguntaron sus hombres de gobierno-. "A mi" - replicó este monarca olvidado de sus deberes.
Desde ese día el rey jóven se pone a trabajar. C'est par le travail qu'on règne -es por el trabajo que los reyes reinan-, escribirá más tarde. Si es así, Luis XIV reina bien. Ni un solo día dejará de trabajar ocho horas diarias. "Su vida estaba tan reglada, que en cada minuto sabía toda Europa que hacía el rey de Francia" diría Saint-Simon.
Pasan así diez años. Regis ad exemplum totus componitur orbis - el mundo se forma de acuerdo al ejemplo de los reyes. Pero él no es eterno y su reino (su propiedad), le preocupa cuando piensa en el futuro. Y el futuro se concreta en el Delfín quien ya tiene siete años. Luis recuerda que a esa edad, ya era rey. Recuerda también cómo le faltó el consejo desinteresado de un padre que hubiera sido rey, y para evitar las posibles consecuencias de un azar funesto, en 1668, comienza a redactar sus "memorias sobre el arte de gobernar". 

Luis XIV representa la cima del poder absoluto. Centralizó en sus manos todo el poder. Se considera representante de Dios en la tierra y padre de una inmensa familia, y a la vez se siente supeditado a los deberes que ello le conlleva.
Luis XIV es la práctica y en cierto modo el creador del estilo absolutista de gobierno. Aunque también el absolutismo tiene en esos años un teórico: el cardenal Jacques Bénigne Bossuet. Sus ideas aparecen en la Politique tirée de l'Ecriture sainte -política sacada de las propias palabras de la sagrada escritura-, compuesta para uso del Delfín, de quien fue nombrado preceptor en 1670.
Bossuet completa y justifica conforme a la Santa Escritura esta política. Sostiene en Francia la tesis que Hobbes ha sostenido en Inglaterra, con la diferencia que Inglaterra es la patria del utilitarismo, como Francia es el lugar del espiritualismo.

El cardenal Bossuet fundamentó en la teoría,
 la práctica absolutista de Luis XIV.
Bossuet no se apoya en el temor o el interés, sino en la voz de Dios. El rey debe atenerse a la razón de Dios, porque también los reyes, esos "dioses de carne y sangre", morirán como hombres. "El pueblo debe temer al príncipe, pero el príncipe debe temer hacer el mal".

El cristianismo de Bossuet se acentúa con la idea de Providencia. Es la clave de todas sus ideas: "Dios establece los reyes como sus ministros, y reina mediante ellos sobre los pueblos". "Dios decide la fortuna de los Estados". "Dios hace la guerra para su pueblo desde lo más alto de los cielos"
Para Bossuet la autoridad real es sagrada, paternal, absoluta y sometida a razón. En estas cuatro notas queda encerrada su tesis absolutista, y son estas las notas con las cuales ha representado a la Providencia.
Bossuet no confunde el poder absoluto con el poder arbitrario. "Es absoluto porque es independiente de toda autoridad humana".  Absoluto es el concepto que se opone a relativo; absoluto es todo lo que no está condicionado. Así el cardenal observa que la situación no autoriza a la arbitrariedad; pues "hay leyes en los imperios, y es nulo de derecho cuanto se realiza contra ellas".


LA AUTORIDAD REAL ES SAGRADA

Dios establece los reyes como sus ministros, y reina mediante ellos en los pueblos. "El principe -dice San Pablo- es ministro de Dios para el bien. Temblad, si caeis en el mal; no en vano tiene la espada, y es ministro de Dios, vengador de las malas acciones".
Dios ejerce su imperio a través de los reyes "¿Pensáis poder resistir al reino del Señor, que posee mediante los hijos de David?".
El trono real no es el trono de un hombre, sino el trono del mismo Dios. "Dios ha escogido a mi hijo Salomón para colocarlo en el trono donde reina el Señor sobre Israel".
Y para que no se crea que ese tener reyes establecidos por Dios es particular de los israelitas, he aquí lo que dice el Eclesiastés: "Dios da a cada pueblo su gobernador; e Israel le está manifiestamente reservado".
Gobierna pues a todos los pueblos y a todos les da sus reyes, aunque gobierne a Israel de manera más particular y declarada.


LA PERSONA DEL REY ES SAGRADA

La persona de los reyes es sagrada y atentar contra su vida es un sacrilegio.
Dios les hace ungir por sus profetas con una unción sagrada, como hace ungir los pontífices y sus altares.
Incluso sin la aplicación exterior de esta unción, son sagrados por su cargo, como representantes de la majestad divina. El título de Cristo es dado a los reyes; y por todas partes se les ve llamados Cristos, o los ungidos del Señor.


LA AUTORIDAD REAL ES PATERNAL

Los reyes ocupan el lugar de Dios, verdadero padre del género humano. Además, la primera idea de poder aparecida entre los hombres es la del poder paternal. 
La obediencia debida al poder público aparece en el Decálogo, en el precepto que obliga a honrar al padre y a la madre.
Por todo esto, el nombre del rey es el nombre del padre.


LA AUTORIDAD REAL ES ABSOLUTA

Para hacer este término odioso, algunos fingen confundir el gobierno absoluto y el gobierno arbitrario.

El príncipe no debe dar cuenta a nadie de lo que ordena;

"Observad las órdenes que salen de la boca del rey y guardad el juramento que habéis prestado. No penséis escapar ante su faz, y no permanescáis en las malas obras, porque hará todo cuanto quiera. La palabra del rey es poderosa; y nadie puede decirle: ¿Por qué lo hacéis así? Quien obedezca no tendrá mal alguno".

Sin esta autoridad absoluta no puede hacer el bien ni reprimir el mal. Es preciso que su poder sea tal que nadie pueda tener la esperanza de escapar de su autoridad; y en fin, la sola defensa de los particulares contra el poder público debe ser su inocencia.
Esta doctrina está conforme a lo que dice San Pablo: "¿Queréis no temer su poder? Haced el bien".

Cuando el príncipe ha juzgado ya, no hay otro juicio;

Los juicios soberanos están atribuidos a Dios mismo. Cuando Josafat estableció jueces para juzgar al pueblo: "No es en nombre de los hombres como juzgáis, sino en nombre de Dios".

No existe fuerza coactiva contra el príncipe;

Se llama fuerza coactiva al poder de constreñir y ejecutar lo ordenado legitimamente. Solo al príncipe pertenece el mando legítimo; a él solo pertenece también la fuerza coactiva. Según San Pablo "Si no hacéis el bien, temed, no en vano tiene la espada".

Los reyes están, pues, sometidos como los demás hombres a la equidad de las leyes, porque deben ser justos y deben dar ejemplo a su pueblo; pero no están sometidos a las penas de las leyes; o, como dice la Teología, están sometidos a las leyes no en cuanto al poder coactivo sino en cuanto al poder directivo.

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Finalmente, las preocupaciones del Luis XIV por el reinado de su hijo fueron en vano. El Delfín murió en 1711, cuatro años antes que su padre. Su nieto Felipe V, el primer borbón español, y luego en Francia Luis XV, podrían únicamente aprovechar sus Memorias. Sin embargo, ya no será lo mismo. En Luis XIV culmina la grandeza de Francia -podría precisarse que hasta la muerte de Colbert-; mas también comienza en él su decadencia. Las guerras exteriores han dejado a la nación extenuada, al Estado arruinado. Ya en 1694 escribía Fenelón a su rey: "Vuestro pueblo muere de hambre. El cultivo de las tierras es casi abandonado; las ciudades y los campos se despueblan, los oficios languidecen, el comercio está aniquilado".

Versalles. Cuna del poder Absoluto de Luis XIV


   
Luis XIV había tratado de dominar en el exterior a Europa, como en el interior dominaba las voluntades y conciencias. Inevitablemente, se recuerda con la amarga ironía de todo saldo histórico sus propias palabras: "los imperios sólo se conservan como se adquieren; mediante el vigor, la vigilancia y el trabajo".


Fuente: Luis XIV, Memorias sobre el Arte de Gobernar, Espasa-Calpe, Segunda Edición (1947).

lunes, 6 de agosto de 2012

Arte Romano; entre lo autóctono y lo heredado

Es indudable que los romanos no pueden incluirse en el reducido número de pueblos para los cuales el arte fue una elevada forma de expresión originada en ellos. Su arte plástico no nació del instinto creador de todo un pueblo, sino que se derivó del arte griego. Según el historiador del arte Johann Joachim Winckelmann "han existido escultores y pintores romanos, los cuales algunos de ellos elevaron su arte a gran altura y muchos pueden compararse a los artistas griegos, pero de tales obras no se desprende ningún sistema de arte romano que se pueda diferenciar del griego".

Foro Romano



                         
Aquel que haya visitado Roma después de Atenas, la blanca ciudad de mármol; aquel que después de la Acrópolis haya contemplado el Foro Romano, el Palatino o las Termas Imperiales, habrá observado la diferencia entre dos mundos distintos y que esta diferencia no es solo hija del tiempo.
Todo el arte europeo ha llegado a ser grande en una constante y repetida dispersión de la herencia que le legara la Antigüedad. Romanas efigies de emperadores, romanos sarcófagos, bustos y estatuas constituyeron la pura expresión de la Antigüedad para los artistas desde la Edad Media hasta el barroco, mientras que la arquitectura griega todo lo más influyó teóricamente a través de los escritos del arquitecto romano Marco Vitrubio y la verdadera plástica griega, especialmente los períodos clásico y pre-clásico, puede decirse que permanecieron desconocidos.
Como ejemplo se puede decir que Federico II embelleció su castillo de caza de Castelmonte con un suntuoso portal de pura forma romana. La Basílica de San Pedro fue edificada proponiéndose la ideal competencia con construcciones como el Panteón de Agripa y la Basílica de Majencio.

El Panteón de Agripa (Arriba) fue una de las fuentes de
inspiración para la construcción de la Basílica de San Pedro

Cuando de intento quísose aproximar a los antiguos siempre se adoptaron las formas romanas pero no las griegas. Poetas como Dante y Racine, pensadores como Montaigne, soberanos como Federico II y Luis XIV, artistas como Bernini.
Con el fin del barroco, y en parte debido a Winckelmann, rompióse la inmediata tradición romana para vivir una existencia pasajera en torno a la figura de Napoleón. Comenzó un nuevo clasicismo que por primera vez desdeñaba el arte romano y buscaba la inspiración directa de Grecia. El arte griego ha sido reestablecido y el sueño de Wincklemann adquirió realidad. Goethe, quien llevó a la perfección este espíritu, había experimentado al principio algunas dudas ¿Que significaba el arte romano ante el nuevo descubrimiento que se efectuaba? "Estilo de imitadores, decadencia y fracaso del arte"; esto pensaba Wincklemann de la época romana.

A partir de fianles del siglo XIX comienza una revalorización del barroco, hasta el momento despreciado, y con ella aparecía una nueva valorización del arte romano. Las obras de los historiadores del arte Wickoff y Riegl pusieron énfasis en el gran proceso evolutivo que había experimentado el arte griego durante el imperio romano, considerando todas las ramas del arte. Pero lo decisivo aquí era que el camino para el estudio quedaba abierto y exento de prejuicios.

Johann Wincklemann. Historiador del arte
Ayudó a la nueva tendencia, la investigación literaria preocupada de esclarecer lo que es autóctono y original dentro de la poesía y prosa latinas en contraposición a la forma y el espíritu de tradición griega.

Roma recibió la influencia del arte griego por dos caminos distintos. Cuando todavía no podía presumirse el poderío político y cultural que un día alcanzaría sobre la península de los Apeninos, ya el sur de Italia y la Isla de Sicilia se conocían con el nombre de Magna Grecia; por este tiempo se completaba en el centro de la península la helenización del pueblo etrusco, que ha sido el elemento pre-romano más importante. A través de la versión etrusca, de carácter semi-bárbaro, los romanos vinieron a conocer por primera vez el arte de Grecia. "Toscanos" eran sus antiguos santuarios y representaciones religiosas, artistas etruscos ornamentaron el templo de Júpiter, construído sobre el Capitolio.

Cuán profundamente se hallaba mezclado el elemento etrusco con el romano lo demuestran muchos aspectos de la religión, las costumbres, y el hecho de que un gran número de nombres propios romanos sean de origen etrusco y que hasta la misma ciudad eterna recibiera su nombre de una noble familia Etruria. Formas características del arte Etrusco han seguido reproduciéndose en templos y sepulturas, y dicha influencia se reconoce en sectores peculiares del arte romano, como el retrato escultórico y la interpretación paisajista. Estas especialidades prestan al arte romano un matiz propio.

La verdadera helenización de Roma comenzó con la enorme expansión de la cultura griega producida por las expediciones de Alejandro. Sólo que en Roma el helenismo no se infiltró por conquista, como sucedió en Oriente, sino que Roma primeramente impuso su dominio en la Magna Grecia, después en Grecia y Asia Menor, siguiendo las rutas que conducían al mundo descubierto por Alejandro, y obteniendo con ello para sí la herencia del Helenismo.


Fachada del Templo de Júpiter Capitolino
con influencias etruscas
Cuando se dice que Roma fue la última capital del Helenismo, se debe observar el contraste que ofrece la actividad de ésta con la postura pasiva que adoptó Oriente. Tal actividad se manifiesta en la apasionada colección y copia de obras griegas, así como el deseo de imitar a Grecia tanto en poesía como en filosofía, tanto en lenguaje como en la vida. Tanto es así que en los últimos tiempos de la República, se hace dificil diferenciar en el dominio del Arte aquello que es griego de lo romano, de tal modo que no puede contestarse facilmente la pregunta ¿cuando comienza el arte romano?

El proceso de fusión del espíritu griego y el romano perdura todo el período imperial, pues aunque el mundo heleno ya había sido incorporado al imperio, no obstante seguía viviendo su propia vida, conservaba su lengua y veneraba a sus dioses junto a los de los romanos; en una palabra: los hombres de la mitad occidental del Imperio habían seguido siendo griegos.

Si no se quiere hablar ya de "arte griego bajo el dominio romano", como dijo Wiclemann, sino simplemente de arte romano, es debido a la evidencia de que el espíritu de Roma se afirma y ha hecho presión sobre las formas del Helenismo.

Fuente: Herbert Koch, Historia del Arte Romano, Ed. Labor S.A., 1926.

martes, 24 de julio de 2012

Sarmiento vs. Alberdi; el comienzo de una polémica

Sarmiento "Boletinero" del Ejército Grande de Urquiza
Justo José de Urquiza manipula los resortes para ser el nuevo representante legal de la República. Convoca así, a los gobernadores de Santa Fé, Corrientes y Buenos Aires, quienes se reúnen en Palermo el 5 de abril de 1852 y le confieren el cargo de dirigir las Relaciones Exteriores de la Nación, el mismo señuelo con que Rosas habíase apropiado del poder por más de veinte años. Provisto ya de esa investidura, convoca a otra reunión a los gobernadores del país, la que habría de realizarse en San Nicolás de los Arroyos. Así, de este origen, nace el pacto que lleva ese nombre, primera piedra puesta firmemente en los cimientos del edificio de la organización nacional.
En los últimos días de mayo, reúnese este Congreso de Gobernadores, muchos de ellos miembros activos de la tiranía de Rosas, y en el se confiere el cargo de Director Provisorio, hasta que se reúna el Congreso Constituyente que habría de aprobar la Constitución del Estado.
Urquiza, mientras tanto, había designado Gobernador de Buenos Aires a Vicente Lopez y Planes, quien contaba al momento con 67 años de edad. El autor de la letra del Himno Nacional, había sido en 1827, quien reemplazaría en la presidencia a Bernardino Rivadavia, siendo el segundo y último en cubrir el cargo de la efímera Ley de Presidencia de aquel período. 
Lopez y Planes concurrió a la reunión de San Nicolás y firmó el pacto aprobado por los catorce gobernadores de Provincias. Sin embargo, la legislatura bonaerense, recientemente electa, y en la que figuraban Mitre, Velez Sarsfield y Valentín Alsina, desaprobó tras cruento debate, el pacto firmado por el gobernador, provocando la renuncia de Lopez y Planes en el mes de julio. La sala nombra de esta manera, gobernador a su presidente el General Manuel Guillermo Pinto.
La respuesta de Urquiza fue disolver la Legislatura y desterrar a sus tres figuras más notables.

Entre los intelectuales, Sarmiento y Alberdi, tomarán caminos opuestos. El último está ya inclinado en favor de Urquiza y sus célebres Bases para la Organización de la República Argentina, sería adoptado por la convención constituyente. En vano intentaría el tucumano, convencer a Sarmiento de apoyar el intento de organización constitucional y la negativa del otrora "boletinero oficial" del Ejército Grande de Urquiza, iniciaría entre ambos una larga y documentada polémica.

Las intervenciones provinciales y los conflictos armados en el interior no se hacían esperar. El caso de la provincia de San Juan es alcanzado por ellos, cuando el gobernador Nazario Benavidez se traslada a San Nicolás y es depuesto por el presidente de la legislatura Zacarías Yanzi. Los unitarios sanjuaninos habían aprovechado la ausencia de quien fuera anteriormente uno de los aliados de Rosas.
Bajo el gobierno de Yanzi, se eligieron los representantes en el Congreso Constituyente. Los mismos eran Sarmiento y Salvador María del Carril. Pero Benavidez, apoyado por fuerzas de Urquiza, regresó a San Juan, depuso a Yanzi y anuló la elección de diputados donde Sarmiento fue reemplazado por Antonio Aberastain.

Para esto el Buenos Aires de Mitre y Alsina se levanta en armas contra la dominación de Urquiza en la llamada Revolución del 11 de septiembre de 1852. Valentín Alsina sería nombrado gobernador de la provincia. Buenos Aires redactaría su Constitución como estado independiente en el año 1854 y no formaría parte del país hasta 1862 tras la batalla de Pavón.


EL INICIO DE LA POLÉMICA

La dedicatoria de Sarmiento (Yungai, 12 de Noviembre de 1852) a Juan Bautista Alberdi de su "Campaña en el Ejército Grande" en la que el sanjuanino dirigía la crítica contra Urquiza, disparó el altercado entre los dos intelectuales. Sarmiento se rectificará aquí de su acuerdo con el General Urquiza a quien antes de vencer a Rosas había denominado como "la Gloria más alta de la Confederación". Entre otras cosas dirá que el Pronunciamiento de Urquiza contra Rosas "era un cuento inventado por los especuladores de la Bolsa."
En definitiva Sarmiento, apostado ya en el bando porteño, exhorta a Alberdi a "no mezclarse en este período de transición pasajera", aunque también el sanjuanino manifiesta que no tiene interés en persuadir a su otrora compañero de bando; "usted desempeña una misión, y no han de ser argumentos los que le hagan desistir de ella." De esta manera Domingo Sarmiento intenta despegarse del liderazgo de Urquiza con el cual tuvo contratiempos durante la campaña y rechaza el caudillismo del entrerriano; "me han bañado la cara los sesos de los soldados que creí las últimas víctimas de la guerra civil. Buenos Aires está libre de los caudillos, y las provincias si no las extravían, pueden librarse del último que sólo ellas con su cooperación levantarían. En la prensa y en la guerra, usted sabe en qué filas se me ha de encontrar siempre, y hace bien en llamarme el amigo de Buenos Aires, a mí que apenas conocí sus calles, usted que se crió allí, fue educado en sus aulas y vivió relacionado con toda la juventud."



             
Con respecto a la conducta de Alberdi durante el sitio de Montevideo, cuando el tucumano se embarcó hacia Europa para más adelante radicarse en Chile, Sarmiento dirá; "usted sabe, según consta de los registros del sitio de Montevideo, quién fue el primer desertor argentino de las murallas al acercarse Oribe."


LA PRIMERA CARTA

La sutil y minuciosa respuesta de un afectado Alberdi, no se haría esperar y en enero de 1853, desde la localidad chilena de Quillota, hizo pública la primera de una serie de respuestas, las cuales más adelante serían recopiladas y editadas con el nombre de Cartas Quillotanas. Desde aquí, el tucumano, pondrá énfasis en reconocer que ha operado un cambio sustancial en la situación del país desde que ha acaecido la caída de Rosas. Urquiza no es igual a Rosas, por lo tanto, el autor de las Bases opinará que la prensa opositora que realizara Sarmiento en épocas anteriores, en dónde se intentaba luchar contra un gobierno despótico, no debería repetirse dada la nueva situación. "Su pluma tan bien empleada en los últimos años, no sirve hoy día a los intereses actuales de la República desembarazada del despotismo de Rosas". Existe un "congreso que se ocupa de dar una constitución a la República". 

El autor de las Bases rescata la actitud belicista y confrontativa de Sarmiento; "por diez años ha sido usted un soldado de la prensa; un escritor de guerra, de combate. En sus manos la pluma fue una espada, no una antorcha". Critica aquel "silencio de prensa" al que lo llama el sanjuanino, el mismo silencio el cual llevado a cabo anteriormente por el partido unitario en 1827, posibilitó el ascenso de Rosas al poder. Actitud que el mismo Sarmiento había criticado en su "Facundo".

"En la paz, en la era de organización en que entra el país, se trata ya no de una persona, sino de instituciones: se trata de Constitución, de leyes orgánicas..." El escritor liberal otorga un verdadero ejemplo de republicanismo. En el gobierno de la ley, ya no se trata de favoritismos, cualesquiera que estos sean; "dad garantías al caudillo, respetad al gaucho si queréis garantías para todos". "¿Diréis que con los gauchos es imposible tener libertad perfecta? pues no hay otro remedio que tenerla imperfecta"

Dentro del sistema de pensamiento radical de Domingo Sarmiento, se encontraba la idea de que el gaucho, representante y producto natural de estas tierras, era la antítesis de la civilización, y en consecuencia resultaba imposible tratar de civilizarlo. Por tanto no podría existir verdadera civilización en estas tierras, hasta el momento de efectuar su completo exterminio. Esto era lo que llevaba al sanjuanino a no aceptar ningún grado de caudillaje y por tanto rechazar a Urquiza de la misma manera que anteriormente se había opuesto a Rosas. Alberdi dirá al respecto de este tema que, en caso de llevarse a cabo; "tal principio llevará a suprimir toda la nación argentina hispano-colonial, y a suplantarla de un golpe por una nación argentina anglo-republicana", según el tucumano; "la única que estaría exenta de caudillaje". Consciente de que no se puede ser civilizado, empleando los métodos de la barbarie, Alberdi le advierte a su oponente que; "el día que creáis lícito destruir, suprimir al gaucho, porque no piensa como vos, escribís vuestra propia sentencia de exterminio y renováis el sistema de Rosas". Se trata de construir un orden basado en un sistema normativo que otorgue garantías a cada habitante, y no se base en ninguna clase de favoritismos. Porque un sistema liberal no puede pretender la libertad y la seguridad de ninguno de sus miembros en particular, sin otorgarla a todos en general; "no hay más que un medio de admitir los principios y es admitirlos para todo el mundo". Las consecuencias de la organización del Estado basado en facciones o favoritismos, cualesquiera que estos sean, son funestas; "si tenemos derecho para suprimir al caudillo, ellos le invocarán mañana para suprimirnos a nosotros". 

Alberdi ratifica que ya ha tomado partido por la propuesta de Urquiza y se despega de su contrincante diciendo que no está "por el sistema de esos escritores, que nada tienen que hacer el día que no tienen que atacar". Además le advierte; "voy a estudiarlo en sus escritos... voy a estudiarlo como escritor". Lapidario sentencia que "por excusar su pereza, su falta de estudio, de educación y de inteligencia práctica en las leyes de los debates de libertad, finge que sus adversarios actuales son iguales a los pasados". 

En los párrafos finales, Alberdi haciendo uso de una notable capacidad dialéctica, propinará a Sarmiento los golpes más certeros que encenderán, luego, la ira del sanjuanino: lo llamará caudillo. "En los países de caudillaje, hay caudillos en todos los terrenos. Los tiene la prensa lo mismo que la política. La tiranía, la violencia, está en todos, porque en todos falta el hábito de someterse a la regla".
La alusión al "Facundo" nunca será más aguda que cuando compara al virulento escritor con la clasificación dada por este al riojano Quiroga; "La prensa sudamericana tiene sus gauchos malos. Y no por ser rivales de los caudillos de sable, dejan de serlo los de pluma". El golpe de knockout llegará cuando al igual que Sarmiento cuando habla del gaucho, Alberdi diga de este, que como caudillo de la pluma, también se trata de un producto autóctono de la naturaleza salvaje de las pampas argentinas; "el caudillo de pluma es planta que da el suelo desierto y la ciudad pequeña; producto natural de la América despoblada."

La comparación de Sarmiento con Rosas será el punto cúlmine que terminará por enardecer al destinatario; "Si los gauchos en el gobierno son obstáculos para la organización de estos países, ¿los gauchos de la prensa podrán ser auxiliares y agentes de orden y de gobierno regular?".  


Alberdi utilizó todo su ingenio para hacer encuadrar a Sarmiento dentro del propio estereotipo de gaucho por este enunciado. Según Sarmiento, las pampas desiertas generan hombres embrutecidos por la falta de contacto con la civilización. Alberdi agregará que esto ocurre también con escritores e intelectuales, y como tal, Sarmiento no es más que un "gaucho de frac" . La contestación iracunda de Sarmiento no se haría esperar...


Cenotafio de Juan Bautista Alberdi. Recoleta

"Destruir es fácil, no requiere estudio; todo el mundo sabe destruir en política como en arquitectura. Edificar es obra de arte, que requiere aprendizaje".

Juan Bautista Alberdi, Primera Carta Quillotana.



Fuentes: - C. Galvan Moreno, Radiografía de Sarmiento (1938), Ed. Claridad, 2º Ed. 1961.-
               - Juan Bautista Alberdi, Primera Carta Quillotana (enero de 1853).-