miércoles, 12 de septiembre de 2012

Una Casa para Don Bartolo


UN REGALITO

El más enaltecedor homenaje que le rinden a Mitre al poco tiempo de cumplir su mandato presidencial, se registra el 23 de enero de 1869, cuando tres vecinos de la ciudad de Buenos Aires, el doctor Angel María Méndez y los señores Juan José Méndez y Mauricio Pennano, se presentan ante el escribano público José Victoriano Cabral y, en tanto en su propio nombre, como en el de los demás integrantes de una comisión constituida al efecto declaran: "Que inspirados por los leales servicios prestados por el señor Brigadier General don Bartolomé Mitre a la libertad del país durante largos años de privaciones, sacrificios y peligros, especialmente mientras ha ejercido la primera magistratura de la República, salvando las más violentas crisis sin comprometer las garantías de la sociedad... Que los comparecientes rindiendo homenaje a la verdad de estos hechos y considerando que don Bartolomé Mitre desciende a la vida privada en condiciones modestas por la exigüidad de las retribuciones con que la Nación recompensa todos los servicios sin distinguir los que implican y simbolizan abnegación de los ciudadanos que se consagran a procurar a sus semejantes la posesión y el más amplio ejercicio de la libertad: Que en ejecución de ese propósito compraron con la suma recolectada con ese fin, al doctor don Angel Medina, la finca que habita el señor Mitre, calle San Martín número ciento cuarenta y cuatro"..."En consecuencia hacen donación formal y transferencia en favor del señor Brigadier General don Bartolomé Mitre".

Casa de Bartolomé Mitre, actualmente convertida en museo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires






















             
               
PROVEEDORES DEL PARAGUAY

La guerra contra el Paraguay requirió alimentos, vestuarios, carpas, caballos, forrajes, armas y sus respectivos proveedores. Uno de ellos, el señor Anacarsis Lanús, cuya compañía llamada Lanús Hnos., con la fianza de Ambrosio Plácido Lezica y José G. Balcarce firma contrato con el gobierno el 28 de febrero de 1866, para la provisión de raciones al ejército a partir del ingreso de este en tierra paraguaya.

Otro de los que hicieron sus negocios con el gobierno de Mitre fue el otrora rosista José Gregorio Lezama. Ya había estado actuando como proveedor en 1852, cuando Urquiza le otorga (a él y a Juan Cruz Ocampo) a su pedido la provisión de "los vestuarios, armamentos, monturas, calzados y todos los artículos que el Estado necesite para provisión del ejército, incluyendo no solo la marina y guarniciones de la ciudad, sino también las de las fronteras y el negocio pacífico de los indios..."
En carta del 30 de septiembre de 1865, Mitre desde la ciudad de Concordia, le escribe a su ministro de Guerra el General Juan Andrés Gelly y Obes: "el gobierno me comunicó confidencialmente el contrato celebrado para la proveeduría del ejército con los señores Lezama y Galván". Luego, el 31 de julio, Mitre escribe a Gelly y Obes notificándole  que Lezama y Galván le habían presentado las muestras del vestuario para oficiales. De lo que puede inferirse que antes de firmar los compromisos contractuales Lezama y Galván ya eran de hecho quienes suministraban los bienes.



Son estos proveedores los que con el más noble sentido de gratitud regalan a Mitre la casa de la calle San Martín. A propósito de esto Sarmiento escribe a su amigo Sarratea: "Su casa de él (Mitre) mismo fue negociada por agentes y obtenido la suscripción de los proveedores que mediante el despilfarro de las rentas (alude a Mitre) han ganado millones, como Lezica, Lanús, Galván, que al fin la costearon casi en su totalidad.


Fuentes: - Jorge Newton, Mitre: Una vida al servicio de la Libertad, Ed. Claridad (1965)
              - León Pomer, La Guerra del Paraguay, La Historia Popular Ed. CEAL (1971)

viernes, 7 de septiembre de 2012

Las Indias de Mansilla

El Coronel Lucio V. Mansilla plasmó en el papel
su experiencia con los Indios Ranqueles
Entre los indios no existe la prostitución de la mujer soltera. Esta se entrega al hombre de su predilección. El que quiere penetrar en un toldo de noche, se acerca a la cama de la china que le gusta y le habla.

Ni el padre, ni la madre, ni los hermanos le dicen una palabra. No es asunto de ellos, sino de la china. Ella es dueña de su voluntad y de su cuerpo, puede hacer de él lo que quiera. Si cede, no se deshonra, no es criticada, ni mal mirada. Al contrario, es una prueba de que algo vale; de otra manera no la habrían solicitado, o cancaneado.

En lengua araucana, el acto de penetrar en un toldo a deshoras de la noche se llama cancanear , y cancán equivale a seducción.

Los filólogos franceses pueden averiguar si estos vocablos se los han tomado los indios a los galos o éstos a los indios. Yo sólo sé decir que es muy curioso que entre indios y franceses cancanear y cancán, respondan a ideas que se relacionan con Cupido y sus tentaciones.

Como se ve, la mujer soltera es libre como los pájaros para los placeres del amor entre los indios.
¿Se creerá por esto que la licencia es general entre ellos, que los Lovelace abundan y que no hay más que fijarse en una china para exclamar después: fui, vi y vencí ?

No tal.

La libertad es un correctivo en todo. Como la lanza del guerrero antiguo, ella cura las mismas heridas que hace. Esta verdad es vieja en el mundo.

La libertad trae la licencia, pero la licencia tiene su antídoto en la licencia misma.

En cuanto a la libertad de la mujer, esta observación social ha sido hecha ya no recuerdo por quién.

Las francesas se casan para ser libres; las inglesas para dejar de serlo. ¿Cuáles son los efectos? Que en Francia es mayor el número de mujeres solteras seducidas y en Inglaterra el de casadas. Y, por regla general, los predestinados del matrimonio son los celosos. ¿Por qué? Porque el pudor es el mayor cancerbero de la mujer.

¿Existe el pudor entre las indias?, se me preguntará quizá mañana por algunos curiosos.

Para ahorrarme contestaciones, anticiparé que en todas partes del mundo, así entre los pueblos civilizados, como entre las tribus salvajes más atrasadas, la mujer tiene el instinto de saber que el pudor aumenta el misterio del amor.

De lo contrario, sería cosa de hacerse uno indio mañana mismo, de renunciar a la seguridad de las fronteras y dejarnos conquistar por los ranqueles.

Al lado de la mujer soltera, la mujer casada es una esclava, entre los indios.

La mujer soltera tiene una gran libertad de acción; sale cuando quiere, va donde quiere, habla con quien quiere, hace lo que quiere. La mujer casada depende de su marido para todo.

Nada puede hacer sin permiso de éste.

Por una simple sospecha, por haberla visto hablando con otro hombre, puede matarla.

¡Así son de desgraciadas!

Y tanto más cuanto que quieran o no, tienen que casarse con quien las pueda comprar.



Hay tres modos de casarse.

El primero, es como en todas partes. Con consentimiento de los padres y por amor, con el apéndice de que hay que pagarles a aquéllos. En este caso, si después de casada una china, se le escapa al marido y se refugia en casa de sus padres, el tonto que se casó por amor, pierde mujer y cuanto por ella dio.

El segundo, consiste en rodear el toldo de la china que se quiere, acompañado de varios y en arrancarla a viva fuerza, con el beneplácito y ayuda de sus padres. En este otro caso, también hay que pagar; pero más que en el anterior. Si la mujer huye después y se refugia en el toldo paterno, hay que entregarla.

El tercero es parecido al anterior; se rodea el toldo de la china, con el mayor número de amigos posible, y quiera ella o no, quieran los padres o no, se la arranca a viva fuerza. Pero en este caso hay que pagar mucho más que en el otro. Si la mujer huye después y se refugia en el toldo paterno, la entregan o no. Si no la entregan los padres, en uso de su derecho, el marido pierde lo que pagó. Y el loco que se casó a la fuerza, por la pena es cuerdo.

No están tan mal dispuestas las cosas entre los indios; el amor y la violencia exponen a iguales riesgos.

Un indio puede casarse con dos o más mujeres; generalmente no tienen más que una, porque casarse es negocio serio, cuesta mucha plata. Hay que tener muchos amigos que presten las prendas que deben darse en el primer caso, y en el segundo y tercero las prendas y el auxilio de la fuerza.

Sólo los caciques y los capitanejos tienen más de una mujer. La más antigua es la que regentea el toldo; las demás tienen que obedecerle, aunque hay siempre una favorita que se substrae a su dominio.

Las viudas representan un gran papel entre los indios cuando son hermosas.

Son tan libres como las solteras en un sentido, en otro más, porque nadie puede obligarlas a casarse, ni robarlas.

De manera que las tales viudas, lo mismo entre los indios que entre los cristianos, son las criaturas más felices del mundo.

Cor razón hay mujeres que corren el riesgo de casarse a ver si enviudan.

domingo, 26 de agosto de 2012

Revolución y Ejecución

Era gobernador de la Intendencia de Córdoba el coronel Juan Gutierrez de la Concha, que conjuntamente con Santiago Allende y el general Liniers se aprestaron a resistir la expedición libertadora que debía salir de Buenos Aires. El obispo de esa diócesis apoyó el plan contrarrevolucionario. El deán Gregorio Funes se opuso resueltamente a prestarle su apoyo. El plan de la conspiración contrarrevolucionaria se había extendido sólidamente por todo el interior. Para desbaratarlo fueron necesarias la rapidez de ejecución y la energía inquebrantable de la junta de Buenos Aires. El intendente Gutierrez de la Concha trató de obtener inmediatamente la cooperación de Mendoza, donde no pocos habitantes le ratificaron su adhesión.

Antonio González  Balcarce fue quien capturó a
Santiago de Liniers y los contrarrevolucionarios
En Salta volvía a hacerse cargo del gobierno Nicolás Severo de Isasmendi, que había sido declarado cesante por el virrey Cisneros, pero una vez producida la instalación de la Junta de Buenos Aires se dio prisa en reunir unos pocos vecinos que le eran adictos para reconocerle y nombrar diputado. Cuando después la junta nombró a Feliciano Antonio Chiclana gobernador de la intendencia de Salta, Isasmendi prestó servicios de espía, haciendo creer a los realistas que conspiraba contra la Revolución.
En carta que fue interceptada, de Francisco de Paula Sanz, gobernador intendente de Potosí, a Gutierrez de la Concha, de fecha 11 de agosto, se habla de las expediciones que debían salir de Potosí y Chuquisaca para reunirse con los hombres de Porco y Chichas en Tupiza. "De dónde -escribía Paula Sanz- seguirán hasta Jujuy en la espera de los avisos de ustedes para reunírseles en todo evento; en reemplazo de estas tropas que salen, creo vendrán inmediatamente seiscientos hombres de Cochabamba y Santa Cruz, a más de otros seiscientos que no tardarán en llegar de Arequipa y Puno donde Goyeneche los mandó reunir y estaban ya allí acuartelados; de dónde supongo, habrán ya salido... enviándome a más 5oo fusiles y bastante provisión de cartuchos".

En otra carta de Vicente Nieto, presidente de La Plata y dirigida al mismo tiempo al gobernador de Córdoba, se hace referencia al plan de este último de ponerse en contacto con Montevideo, a cuya ciudad se había pedido el concurso de quinientos marineros armados y municionados. En el caso de que no hubiera reunido fuerza de resistencia suficiente, Nieto aconseja a Gutierrez de la Concha que se vaya replegando hacia Jujuy sin emprender acción alguna hasta tener el concurso del mayor general José de Córdoba. Los hombres del gobierno de Buenos Aires estaban en posesión de todos los hilos del plan militar y político fraguado contra ellos. Con fecha del 17 de agosto Moreno le dice a la Junta de comisión del ejército: "Siendo uno de los principales fines de la expedición sorprender a los pueblos del Perú antes que los refuerzos de Limapuedan ponerlos en estado de una defensa vigorosa, sería quizá conveniente que una división de cuatrocientos hombres al mando del mayor general Balcarce con cuatro piezas de    y cien hombres de caballería, se adelantase hasta Tupiza, donde se mantuviese hasta la llegada del grueso del ejército. La distancia que hay de Potosí a Tupiza impediría que esta fuerza fuese atacada tomando las precauciones y fortificación que enseña el arte".

Francisco Ortiz de Ocampo. Primer General
de la Guerra de la Independencia

Cuando se tuvo noticia en Córdoba de la inminente llegada de la expedición libertadora de Francisco Ortiz de Ocampo, los insurrectos se disolvieron, dirigiéndose muchos de ellos hacia el norte con miras de reunirse a las fuerzas españolas del Alto Perú. Pero el mayor General Antonio Gonzalez de Balcarce alcanzó a los prófugos, haciendo prisioneros a Liniers, Gutierrez de la Concha, el Obispo Rodrigo de Orellana, el Coronel Allende, el tesorero Rodriguez y el contador Moreno.

El 13 de julio la Junta comunicó a la comisión del ejército que debía desbaratar la conspiración de Córdoba, tomando presos a sus promotores. Aún no se hablaba de la ejecución. Pero el 19 del mismo mes y ante las alarmantes noticias que habían llegado sobre violencias cometidas en Mendoza, la junta vuelve a escribir a la comisión del ejército y alude al final al "ejemplar castigo" a que serían sometidos los contrarrevolucionarios de Córdoba. El decreto de fusilamiento es del 28 de julio, de puño y letra de Mariano Moreno. La Junta manda que los promotores nombrados sean arcabuceados, "en el momento en que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cuales fuesen las circunstancias, se ejecutará esta resolución, sin dar lugar a minutos que preoporcionasen ruegos y relaciones capaces de cmprometer el cumplimiento de esta orden y el honor de V.S. Este escarmiento debe ser la base de la estabilidad del nuevo sistema, y una lección para los jefes del Perú, que se abandonan a mil excesos por la esperanza de la impunidad".

El ex Virrey y héroe de la Reconquista Santiago de Liniers, fue fusilado por orden de Mariano Moreno

Ante esta orden de ejecución, el pánico se extendió en toda la población de Córdoba y sus principales vecinos suplicaron que no se llevara a cabo. El jefe de la expedición libertadora, Ocampo, y el representante de la junta, Hipólito Vieytes, demoraron la orden de ejecución, haciendo llegar el pedido a la Junta de Buenos Aires. A esta solicitud siguió una nueva nota de 18 de agosto, en la que se reitera la orden de ejecución; para cumplirla se envía al vocal Castelli y se declara "que los Jefes de esa expedición han atropellado las órdenes de esta Junta dando entrada a consideraciones que se había mandado anteriormente no fuesen escuchadas".
El 26 de agosto, en el lugar denominado Cabeza del Tigre, fueron ejecutados Liniers y sus compañeros, con excepción del obispo Orellana en consideración a su investidura.

Fuente: Ricardo Levene, Lecciones de Historia Argentina, Tomo II, 13º Ed., J. Lajouane & Cía. Ed. (1930)

martes, 21 de agosto de 2012

Buenos Aires en 1806

 Vista del Cabildo desde La Recova
Emeric Essex Vidal (1817)
Unas ocho hileras de doce manzanas en su base, cortadas rectangularmente por calles sin empedrar, cuyas aceras estaban trazadas por mal escuadrados postes de algarrobo y ñandubay: tal aparecia en plano horizontal y en su centro más compacto, la buenos aires de los virreyes. Fuera de ese triángulo casi del todo edificado, -cuyos vértices eran, al norte, el convento de las Catalinas (1), al sud el hospital de los betlemitas (2) y, al oeste, la manzana comprendida entre las calles del Cabildo, de las Torres (3) y las sin nombre que fueron mas tarde de Salta y Santiago del Estero, -el caserío raleaba más y más entre quintas y huecos abandonados, pareciendo inverosímil que debajo de aquel reducido montón de techos rebajados cupieran más de cuarenta mil habitantes. Más allá, los arrabales se tornaban montes o potreros, terminando, por fin, en la zona conquistada de la pampa hasta la cercana frontera, salpicada de pagos y escasas rancherías. En más de dos siglos, Buenos Aires no había rebosado de las 144 cuadras que componían la antigua traza de don Juan de Garay.
Asimismo, la extensión material de la ciudad constituía su aspecto más imponente, pues en la estructura urbana y arquitectónica la aventajaban poblaciones menores, no sólo de Europa sino de la América Española. Buenos Aires era chata como su Plata sin ribazos y su pampa sin relieve; y la general uniformidad resultaba más sensible aún para el espectador (4) que la miraba desde un alto observatorio y casi sin proyección. Dominando el ancho río, la enorme y achaparrada Fortaleza real (5), a la vez el palacio de gobierno, despacho de la Audiencia (6), cuartel de tropas y armería, ostentaba su macizo parapeto acribillado de cañoneras y flanqueado de bastiones angulares, con su portón central y su puente levadizo sobre el ancho foso que contornaba al murallón: pero las cañoneras estaban vacías o artilladas con material fuera de uso, el foso se terraplenaba con escombros y basura, y la fábrica toda se mostraba tan ruinosa como el régimen vetusto de que era símbolo. Los arcos de la Recova vieja (7) cercaban hacia el este la Plaza Mayor; al frente se alzaba el Cabildo (8) abovedado con su miserable cárcel anexa (9); y, por el lado del norte, la Catedral (10), con sus dos campanarios sobresalientes hacia la calle de las Torres y su cementerio contiguo, vecino del lúgubre "hueco de las ánimas" (11) -en esa esquina de San Martín (Reconquista) (12) desde entonces destinada a evocar las fantasmagorías del teatro (13) después de aterrar al vulgo con los fantasmas de la superstición. Un poco más allá, en la misma calle, que era prolongación de la de Santo Domingo y San Francisco (14), los templos de La Merced (15) y las Catalinas levantaban sus torres y campanarios vulgares, vaciados en el molde de los de San Miguel (16), San Nicolás, la Concepción, Monserrat, y todos los conventos y capillas que en cada barrio rompían con su monotonía monacal la uniformidad de las casas bajas y desteñidas. Casi todas éstas, de un solo piso, ostentaban los mismos balcones y rejas salientes, patios espaciosos, puertas macizas y, bajo la techumbre de teja o azotea, las invariables cornisas de grueo cimacio o mediacaña. Con excepción de la gran Plaza de Toros en el Retiro (17), disforme prisma de ladrillo pintado a cal, cuyas ventanas ovales se divisaban a la derecha del Socorro (18), nada enseñaba la desgraciada capital que tuviera el significado exterior de la vida colectiva, -nada más que el Fuerte, el Cabildo y la Iglesia, emblemas todos del culto maquinal y el rendimiento formalista a uno y otro Señor (19), los cuales, por el anillo intermediario del Patronato (20), se confundían políticamente. Todos los otros órganos sociales, ya del trabajo, ya del placer, se mantenían atrofiados o embrionarios, y, por lo tanto, sin manifestación visible. La campaña, el desierto temeroso y hostil, apenas transitable a caballo, rodeaba y estrechaba esta isleta de sociabilidad, sirviendo de región intermedia las chacras y quintas frutales, cercadas de pitas y tunas, que formaban el ancho marco verde del cuadro urbano. Las carretas de bueyes y las recuas de Cuyo (21) se estacionaban en las calles centrales. Cada casa de familia mantenía un caballo, cuando no dos o tres, atado al poste de su casera; -y esta playa de mar que recibia después de la civilización europea, pasada por el tamiz español, necesitaba otros tantos para transmitirla al centro del virreinato por su única vía terrestre, el camino real cuyas huellas seculares llegaban al Perú.

El Plano Bermúdez data del año 1713


           

                    NOTAS
  1. El convento de las Catalinas, en la intersección de las calles San Martín y Viamonte.
  2. El hospital y el convento de los betlemitas, en México y Defensa, donde ahora está la casa de la moneda.
  3. Calles del Cabildo y de las Torres, actuales Rivadavia y Defensa, respectivamente.
  4. El espectador es don Manuel de Sarratea (1774-1849) a quien Groussac imagina contemplando la ciudad desde la torre del convento de Santo Domingo.
  5. La Fortaleza Real estaba en el lugar que ahora ocupa la Casa de Gobierno. Fue demolida en 1853 durante la gobernación de Pastor Obligado.
  6. La Real Audiencia, alto tribunal de justicia que poseía, además, facultades administrativas y políticas. Dos veces se fundó la audiencia de Buenos Aires: una el 6 de abril de 1661 (extinguida el 31 de diciembre de 1671) y otra el 14 de abril de 1783. Funcionó hasta el 23 de enero de 1812, fecha en que fue sustituida por una cámara de apelaciones.
  7. La Recova Vieja, construcción realizada en 1803, durante el virreynato de Joaquín del Pino (1801-1804). Atravesaba la actual Plaza de Mayo de norte a sur (de Rivadavia a Victoria). A su derecha (entre el fuerte y la recova) quedaba la Plaza de Armas, a su izquierda (entre la Recova y el Cabildo) la Plaza Mayor. Servía de Mercado. La hizo derribar el intendente don Torcuato de Alvear del 8 al 17 de mayo de 1883.
  8. El Cabildo. El primer Cabildo se edificó en 1608, fue demolido en 1710 y reemplazado por otro que se terminó en 1770. Comprendía casi toda la cuadra Bolivar (entonces Santísima Trinidad) entre Victoria y Rivadavia. La apertura de la Avenida de Mayo y de la diagonal Presidente Julio A. Roca ha reducido sus dimensiones a menos de la mitad.
  9. La Cárcel se encontraba en el mismo edificio del Cabildo, en el sitio en que se abrió la Avenida de Mayo. La parte destinada a ser prisión de mujeres daba a la calle Victoria.
  10. La Catedral, en la esquina de Rivadavia y San Martín, dónde aun se encuentra. Tenía dos torres que dieron su nombre a la calle en que estaba situada.
  11. El "hueco de las ánimas". Se llamaba así al espacio vacío ubicado en la esquina de Rivadavia y Reconquista. Correspondía al solar que Juan de Garay destinó para sí, pero no pudo edificar a causa de su muerte. El temor popular le dió este nombre por creer que allí se aparecían fantasmas. Hasta se asegura que cerca de él habían puesto un letrero que decía: "no pasen por esta calle que andan las ánimas".
  12. San Martín (Reconquista). La calle Reconquista se llamó San Martín hasta 1807, año en que se le dio el nombre de Liniers, en honor del  Reconquistador. El de Reconquista data de 1845.
  13. Las fantasmagorías del teatro. En 1804 se empezó a edificar en el "hueco de las ánimas" el Nuevo Coliseo, nunca llegó a concluirse y, en 1855, el ingeniero Carlos E. Pellegrini construyo en el mismo sitio el teatro Colón, donde, desde 1887, funcionó el Banco Nacional y, después, el Banco de la Nación Argentina.
  14. La de Santo Domingo y San Francisco. La que desde 1845 se llama Defensa, en 1806 se llamaba San Martín, pues entonces no variaban los nombres de las calles según estuvieran al Norte a al Sur de Rivadavia. Santo Domingo se encuentra en la esquina de Belgrano y San Francisco en la de Alsina.
  15. La Merced, en la esquina de Reconquista y Cangallo.
  16. San Miguel, en la esquina de Suipacha y Bme. Mitre; San Nicolás, en la de Carlos Pellegrini y Corrientes -trasladada a la calle Santa Fe entre Talcahuano y Uruguay, al abrirse la diagonal Roque Saenz Peña-; La Concepción en Independencia entre Tacuarí y B. de Irigoyen; Monserrat, en Belgrano entre Lima y Salta.
  17. Plaza de Toros en Retiro. El Retiro era una casa de campo que ocupaba poco más o menos lo que es hoy la Plaza San Martín. Allí se construyó, para realizar corridas de toros, un edificio octogonal que podía contener unos nueve mil espectadores.
  18. El Socorro, en la esquina de Juncal y Suipacha.
  19. Uno y otro Señor, el poder político y el poder eclesiástico.
  20. El Patronato, derecho en virtud del cual el poder civil interviene en la realización de ciertos actos eclesiásticos: nombramientos de dignatarios, erección de iglesias, admisión de órdenes religiosas, creación de obispados y parroquias, etc. El Papa Julio II reconoció a los Reyes Católicos el derecho de Patronato en América por bula de 28 de Julio de 1508.
  21. Cuyo, región que comprendia a las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.

Fuente: Paul Groussac, Santiago de Liniers, Buenos Aires, Arnoldo de Moen y Hermano, 1907.