martes, 21 de agosto de 2012

Buenos Aires en 1806

 Vista del Cabildo desde La Recova
Emeric Essex Vidal (1817)
Unas ocho hileras de doce manzanas en su base, cortadas rectangularmente por calles sin empedrar, cuyas aceras estaban trazadas por mal escuadrados postes de algarrobo y ñandubay: tal aparecia en plano horizontal y en su centro más compacto, la buenos aires de los virreyes. Fuera de ese triángulo casi del todo edificado, -cuyos vértices eran, al norte, el convento de las Catalinas (1), al sud el hospital de los betlemitas (2) y, al oeste, la manzana comprendida entre las calles del Cabildo, de las Torres (3) y las sin nombre que fueron mas tarde de Salta y Santiago del Estero, -el caserío raleaba más y más entre quintas y huecos abandonados, pareciendo inverosímil que debajo de aquel reducido montón de techos rebajados cupieran más de cuarenta mil habitantes. Más allá, los arrabales se tornaban montes o potreros, terminando, por fin, en la zona conquistada de la pampa hasta la cercana frontera, salpicada de pagos y escasas rancherías. En más de dos siglos, Buenos Aires no había rebosado de las 144 cuadras que componían la antigua traza de don Juan de Garay.
Asimismo, la extensión material de la ciudad constituía su aspecto más imponente, pues en la estructura urbana y arquitectónica la aventajaban poblaciones menores, no sólo de Europa sino de la América Española. Buenos Aires era chata como su Plata sin ribazos y su pampa sin relieve; y la general uniformidad resultaba más sensible aún para el espectador (4) que la miraba desde un alto observatorio y casi sin proyección. Dominando el ancho río, la enorme y achaparrada Fortaleza real (5), a la vez el palacio de gobierno, despacho de la Audiencia (6), cuartel de tropas y armería, ostentaba su macizo parapeto acribillado de cañoneras y flanqueado de bastiones angulares, con su portón central y su puente levadizo sobre el ancho foso que contornaba al murallón: pero las cañoneras estaban vacías o artilladas con material fuera de uso, el foso se terraplenaba con escombros y basura, y la fábrica toda se mostraba tan ruinosa como el régimen vetusto de que era símbolo. Los arcos de la Recova vieja (7) cercaban hacia el este la Plaza Mayor; al frente se alzaba el Cabildo (8) abovedado con su miserable cárcel anexa (9); y, por el lado del norte, la Catedral (10), con sus dos campanarios sobresalientes hacia la calle de las Torres y su cementerio contiguo, vecino del lúgubre "hueco de las ánimas" (11) -en esa esquina de San Martín (Reconquista) (12) desde entonces destinada a evocar las fantasmagorías del teatro (13) después de aterrar al vulgo con los fantasmas de la superstición. Un poco más allá, en la misma calle, que era prolongación de la de Santo Domingo y San Francisco (14), los templos de La Merced (15) y las Catalinas levantaban sus torres y campanarios vulgares, vaciados en el molde de los de San Miguel (16), San Nicolás, la Concepción, Monserrat, y todos los conventos y capillas que en cada barrio rompían con su monotonía monacal la uniformidad de las casas bajas y desteñidas. Casi todas éstas, de un solo piso, ostentaban los mismos balcones y rejas salientes, patios espaciosos, puertas macizas y, bajo la techumbre de teja o azotea, las invariables cornisas de grueo cimacio o mediacaña. Con excepción de la gran Plaza de Toros en el Retiro (17), disforme prisma de ladrillo pintado a cal, cuyas ventanas ovales se divisaban a la derecha del Socorro (18), nada enseñaba la desgraciada capital que tuviera el significado exterior de la vida colectiva, -nada más que el Fuerte, el Cabildo y la Iglesia, emblemas todos del culto maquinal y el rendimiento formalista a uno y otro Señor (19), los cuales, por el anillo intermediario del Patronato (20), se confundían políticamente. Todos los otros órganos sociales, ya del trabajo, ya del placer, se mantenían atrofiados o embrionarios, y, por lo tanto, sin manifestación visible. La campaña, el desierto temeroso y hostil, apenas transitable a caballo, rodeaba y estrechaba esta isleta de sociabilidad, sirviendo de región intermedia las chacras y quintas frutales, cercadas de pitas y tunas, que formaban el ancho marco verde del cuadro urbano. Las carretas de bueyes y las recuas de Cuyo (21) se estacionaban en las calles centrales. Cada casa de familia mantenía un caballo, cuando no dos o tres, atado al poste de su casera; -y esta playa de mar que recibia después de la civilización europea, pasada por el tamiz español, necesitaba otros tantos para transmitirla al centro del virreinato por su única vía terrestre, el camino real cuyas huellas seculares llegaban al Perú.

El Plano Bermúdez data del año 1713


           

                    NOTAS
  1. El convento de las Catalinas, en la intersección de las calles San Martín y Viamonte.
  2. El hospital y el convento de los betlemitas, en México y Defensa, donde ahora está la casa de la moneda.
  3. Calles del Cabildo y de las Torres, actuales Rivadavia y Defensa, respectivamente.
  4. El espectador es don Manuel de Sarratea (1774-1849) a quien Groussac imagina contemplando la ciudad desde la torre del convento de Santo Domingo.
  5. La Fortaleza Real estaba en el lugar que ahora ocupa la Casa de Gobierno. Fue demolida en 1853 durante la gobernación de Pastor Obligado.
  6. La Real Audiencia, alto tribunal de justicia que poseía, además, facultades administrativas y políticas. Dos veces se fundó la audiencia de Buenos Aires: una el 6 de abril de 1661 (extinguida el 31 de diciembre de 1671) y otra el 14 de abril de 1783. Funcionó hasta el 23 de enero de 1812, fecha en que fue sustituida por una cámara de apelaciones.
  7. La Recova Vieja, construcción realizada en 1803, durante el virreynato de Joaquín del Pino (1801-1804). Atravesaba la actual Plaza de Mayo de norte a sur (de Rivadavia a Victoria). A su derecha (entre el fuerte y la recova) quedaba la Plaza de Armas, a su izquierda (entre la Recova y el Cabildo) la Plaza Mayor. Servía de Mercado. La hizo derribar el intendente don Torcuato de Alvear del 8 al 17 de mayo de 1883.
  8. El Cabildo. El primer Cabildo se edificó en 1608, fue demolido en 1710 y reemplazado por otro que se terminó en 1770. Comprendía casi toda la cuadra Bolivar (entonces Santísima Trinidad) entre Victoria y Rivadavia. La apertura de la Avenida de Mayo y de la diagonal Presidente Julio A. Roca ha reducido sus dimensiones a menos de la mitad.
  9. La Cárcel se encontraba en el mismo edificio del Cabildo, en el sitio en que se abrió la Avenida de Mayo. La parte destinada a ser prisión de mujeres daba a la calle Victoria.
  10. La Catedral, en la esquina de Rivadavia y San Martín, dónde aun se encuentra. Tenía dos torres que dieron su nombre a la calle en que estaba situada.
  11. El "hueco de las ánimas". Se llamaba así al espacio vacío ubicado en la esquina de Rivadavia y Reconquista. Correspondía al solar que Juan de Garay destinó para sí, pero no pudo edificar a causa de su muerte. El temor popular le dió este nombre por creer que allí se aparecían fantasmas. Hasta se asegura que cerca de él habían puesto un letrero que decía: "no pasen por esta calle que andan las ánimas".
  12. San Martín (Reconquista). La calle Reconquista se llamó San Martín hasta 1807, año en que se le dio el nombre de Liniers, en honor del  Reconquistador. El de Reconquista data de 1845.
  13. Las fantasmagorías del teatro. En 1804 se empezó a edificar en el "hueco de las ánimas" el Nuevo Coliseo, nunca llegó a concluirse y, en 1855, el ingeniero Carlos E. Pellegrini construyo en el mismo sitio el teatro Colón, donde, desde 1887, funcionó el Banco Nacional y, después, el Banco de la Nación Argentina.
  14. La de Santo Domingo y San Francisco. La que desde 1845 se llama Defensa, en 1806 se llamaba San Martín, pues entonces no variaban los nombres de las calles según estuvieran al Norte a al Sur de Rivadavia. Santo Domingo se encuentra en la esquina de Belgrano y San Francisco en la de Alsina.
  15. La Merced, en la esquina de Reconquista y Cangallo.
  16. San Miguel, en la esquina de Suipacha y Bme. Mitre; San Nicolás, en la de Carlos Pellegrini y Corrientes -trasladada a la calle Santa Fe entre Talcahuano y Uruguay, al abrirse la diagonal Roque Saenz Peña-; La Concepción en Independencia entre Tacuarí y B. de Irigoyen; Monserrat, en Belgrano entre Lima y Salta.
  17. Plaza de Toros en Retiro. El Retiro era una casa de campo que ocupaba poco más o menos lo que es hoy la Plaza San Martín. Allí se construyó, para realizar corridas de toros, un edificio octogonal que podía contener unos nueve mil espectadores.
  18. El Socorro, en la esquina de Juncal y Suipacha.
  19. Uno y otro Señor, el poder político y el poder eclesiástico.
  20. El Patronato, derecho en virtud del cual el poder civil interviene en la realización de ciertos actos eclesiásticos: nombramientos de dignatarios, erección de iglesias, admisión de órdenes religiosas, creación de obispados y parroquias, etc. El Papa Julio II reconoció a los Reyes Católicos el derecho de Patronato en América por bula de 28 de Julio de 1508.
  21. Cuyo, región que comprendia a las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.

Fuente: Paul Groussac, Santiago de Liniers, Buenos Aires, Arnoldo de Moen y Hermano, 1907.

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