viernes, 20 de enero de 2012

Vencedores y Vencidos de Palermo


Como toda gran ciudad, Buenos Aires tiene su particular historia que subyace entre sus edificios. Por sus calles y avenidas, miles de personas van y vienen todos los días, recorren plazas y parques, teniendo como testigo algunos de los sitios en donde décadas atrás transcurrieron los sucesos más significativos de la historia del país.
El caso de los bosques de Palermo encierra dentro de sus 25 hectáreas, parte de esa gran historia. Testimonio de ello, son los tres monumentos que homenajean a tres personalidades que han marcado una época dentro de las luchas intestinas de la política argentina. Uno de ellos es Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires durante dos periodos (1829-1832 y 1835-1852), y jefe absoluto de la Confederación.
 Apodado el Restaurador de las Leyes, por su autoridad para establecer el orden, fue un estanciero que además era el poseedor de las tierras que hoy comprenden estos bosques. Se encuentra su figura ecuestre en la Plaza Intendente Seeber. Mirando desafiante al monumento de quien fuera su tenaz opositor,  Domingo Sarmiento, emplazado tan solo a unos metros cruzando la clásica Avenida del Libertador.
Sarmiento, nacido en la provincia de San Juan en 1811, debió exiliarse en Chile durante los difíciles años en los que el estanciero regía los destinos del aún no estatuido país. Desde allí construyó la más firme oposición a través de la prensa, y fruto de ella es el texto fundacional de la literatura nacional: “Facundo: Civilización y Barbarie” de 1845.

Este intelectual, que luego sería gobernador de San Juan y presidente de la República, fue el boletinero oficial del Ejército Grande que terminaría por derrocar al dictador. Las tropas estaban comandadas por Justo José de Urquiza, por aquel entonces gobernador de Entre Ríos, y futuro organizador del país que luego establecería la tan ansiada Constitución Nacional.
En el año 1852 se produce la batalla de Caseros que mandaría a Rosas al exilio rumbo a Inglaterra, quien no volvería, sino sus restos, 147 años después. A la llegada del ejército a la estancia de Palermo, Sarmiento se dio el gusto de escribir el parte de Guerra en el escritorio del derrotado gobernador. Es en ese lugar donde hoy se erige, desde el año 1900, el bronce del sanjuanino esculpido por el célebre francés Auguste Rodin.
La estancia de Rosas, confiscada por el gobierno de Urquiza, luego devuelta por este, y luego vuelta a confiscar por el posterior gobierno de la provincia, fue transformada en espacio público con la creación del Parque 3 de Febrero, durante la presidencia del autor de “Facundo…”. El nombre de este parque, hace alusión a la significativa batalla y en su amplio espacio alberga entre otros lugares característicos de la city porteña, al zoológico, al jardín botánico, al rosedal y al hipódromo.
Como para no dejar dudas de quienes habían sido los vencedores, y quienes regían los destinos del país durante los siguientes años,  el nombre del polifacético escritor fue dado a una de las avenidas que atraviesan el parque, así como también a la calle donde había nacido el decaído estanciero en el barrio porteño de Monserrat.

Como no queriendo agregar polémica al asunto, pero afirmando su presencia, se puede observar desde 1958 el bronce del entrerriano, precisamente en el cruce de las avenidas Sarmiento y Figueroa Alcorta. La más trabajada de estas tres estatuas, además de contar con la imagen ecuestre de Urquiza, posee bajorrelieves que hacen alusión a la Asamblea Constituyente y la batalla de Caseros.
Luego de pasado un periodo prolongado de tiempo en que los opositores de Don Juan Manuel llenarían con sus nombres infinidad de pueblos y calles de todo el país, se inauguró en 1999 el monumento al polémico Restaurador. Resultado de un período de revisionismo histórico, la figura  del caudillo, pareciera estar recuperando parte de su antigua propiedad y el protagonismo dentro de una sociedad en la que los hechos del pasado adquieren nuevos significados con el pasar del tiempo.

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