viernes, 30 de noviembre de 2012

Literatura y Política en la época de Rosas

Esteban Echeverría: figura central del Salón Literario
En julio de 1830 Esteban Echeverría regresa a Buenos Aires después de varios años de permanencia en Europa. El joven que al partir en 1825 se registra en la Aduana como "comerciante" ahora lo hace como "literato". En París ha frecuentado las tertulias literarias; ha realizado serios estudios de historia, literatura, política, economía. Viene imbuido de los principios de un movimiento que conmocionó a Francia: el Romanticismo literario, que Chateaubriand  Mme. de Stäel importaron de Alemania, y el romanticismo social de los saintsimonianos.
Poco antes de la llegada de Echeverría a Buenos Aires, Rosas se ha hecho cargo del gobierno y reclama la prolongación indefinida de las facultades extraordinarias. Los unitarios, encabezados por Juan Cruz Varela, ya han iniciado el camino del exilio; la prensa opositora, silenciada, se refugia en Uruguay. El panorama que se ofrece a los ojos del recién llegado es desalentador: "¡Cuántas esperanzas traía!, pero todas estériles, la patria ya no existía", dirá años más tarde en una nota autobiográfica.
A comienzos de 1832 un decreto de Rosas clausura dos periódicos: aunque de filiación federal, insinúan veladas críticas al gobierno. De allí en más toda nueva publicación deberá contar con la anuencia de las autoridades. Meses más tarde Rosas rechaza su reelección, cuando la Sala de Representantes de Buenos Aires le niega las facultades extraordinarias.
Ese mismo año de 1832, Echeverría publica, en forma anónima, su poema Elvira o la novia del Plata que, pese a sus debilidades literarias (reconocidas por el propio autor), llega a ocupar un lugar singular en nuestras letras ya que se trata de la primera obra romántica escrita en lengua española. Recibida con frialdad y hasta con rechazo, su mérito mayor reside en el intento de abandonar "las vías trilladas por nuestros poetas" (carta de Echeverría a Fonseca). Los Consuelos, de 1834, primer libro de versos de autor argentino editado en el país, y sobre todo las Rimas de 1837, cumplen más ajustadamente los postulados del romanticismo: exaltación de la subjetividad, espontaneidad en la expresión de los sentimientos, revaloración de los asuntos nativos. El éxito de los Consuelos y las Rimas (cuyo primer poema, "La Cautiva", hace del paisaje de la pampa su materia literaria, iniciando según Ricardo Rojas, una escuela que tenderá "a poner en molde urbano y castizo la emoción de los asuntos americanos"), otorga a Echeverría un prestigio que lo convierte en maestro de toda una generación.
Mientras tanto, el 13 de abril de 1835, Rosas asume por segunda vez el poder en medio de grandes festejos populares. Dos meses antes Facundo Quiroga ha caído asesinado en Barranca Yaco. En su proclama, Rosas sostiene la necesidad de un poder ilimitado y amenaza a los enemigos políticos con una persecución "tan tenaz y vigorosa que sirva de espanto a los demás que puedan venir en adelante".
Dejando de lado la controvertida cuestión del federalismo de Rosas, cuya actitud centralista en la defensa de los intereses de la clase terrateniente nada tiene que ver con los ideales de la federación de Dorrego, lo cierto es que Rosas convierte "la causa nacional de la federación" en un pretexto para acallar cualquier conato de oposición.


EL SALÓN LITERARIO Y "LA MODA"

Marcos Sastre. En torno a su librería se formó el
Salón Literario que reunió a la Generación del '37
En junio de 1837 abre sus puertas el Salón Literario de Marcos Sastre, que nucleará a los jóvenes reunidos en torno a Echeverría. Meta fundamental de esta generacion del '37 será la consolidación de una personalidad nacional, de una cultura independiente, de una literatura propia; es decir, completar el proceso de emancipación, iniciado en 1810, que había quedado inconcluso. La actitud crítica ante la proyección de la cultura española en América derivará, incluso, en una búsqueda de diferenciación a través del medio expresivo: "El único legado que los americanos pueden aceptar y aceptan de buen grado de la España, porque es realmente precioso, es el idioma; pero lo aceptan a condición de mejora, de transformación progresiva, es decir de emancipación" (carta de Echeverría a Alcalá Galiano).
El acto de apertura del Salón, en el que disertan Sastre, Alberdi y Gutiérrez, alcanza contornos de un verdadero acontecimiento cultural. Los discursos de Sastre y Alberdi no omiten elogios a Rosas: "... el hombre que la providencia nos presenta más a propósito para presidir la gran reforma de ideas y costumbres que ha empezado" (Sastre); "... el hombre grande que preside nuestros destinos públicos" (Alberdi). Sastre explicita los objetivos del Salón (reunir obras de mérito, realizar cursos y disertaciones para difundir las nuevas ideas) asignando un papel protagónico a la juventud, "esta generación en quien reposa toda la esperanza de la patria", dispuesta a abjurar del "triple plagio": el político, el científico y el literario. "Ya empieza a brillar la aurora de la literatura argentina en nuestro despejado horizonte intelectual", dice Sastre; mientras que Gutiérrez propicia una literatura nacional, representativa de "nuestras costumbres y nuestra naturaleza", y señala la necesidad de aflojar el único vínculo que nos une a España: el idiomático.
La vida del Salón va a ser efímera, como lo pronostica desde el exilio, Florencio Varela, representante del pensamiento unitario. En septiembre Sastre ofrece la jefatura de la institución a Echeverría, reconociéndolo como el verdadero maestro, "llamado a presidir y dirigir el desarrollo de la inteligencia en este país". Pero poco después, seguramente debido a presiones del gobierno, el Salón cierra sus puertas.

La Moda, "gacetín de música, de poesía, de literatura, de costumbres", fundada por Alberdi en noviembre de 1837, impedirá en cierta forma la disgregación del grupo, nucleando a algunos de los adherentes al Salón. Junto a Alberdi colaboran Vicente Fidel López, Jacinto Rodriguez Peña, Manuel Quiroga de la Rosa y otros, esta vez sin la presencia rectora de Echeverría, que se mantiene al margen de la empresa. La Moda reúne artículos de costumbres, poesías inéditas, crónicas, piezas musicales, pero también difunde los nombres de los representantes del romanticismo literario y del romanticismo social. Los artículos relevantes de la publicación son los cuadros de costumbres de Alberdi, en los que se reitera la crítica a los hábitos mentales de la sociedad porteña y a los vicios de la educación colonial, el interés por superar el medio, el antiespañolismo (aunque el modelo de Alberdi es, precisamente, un español, Larra, "expresión de la joven España que se levanta sobre las ruinas de la España feudal").

"La Moda" fue una publicación de costumbres dirigida por Alberdi en 1838

El título inocente, los propósitos declarados, los reiterados intentos de acercamiento al gobierno y el hecho de que el editor responsable de La Moda fuera Rafael Corvalán, hijo del edecán de Rosas, no impide que las sospechas recaigan sobre la revista, en cuyo último número, el 23 (del 27 de abril de 1838), se señala "la no oportunidad de las publicaciones literarias". Dos meses después de la clausura de La Moda, Echeverría funda, en una reunión clandestina, la Asociación de la Joven Generación Argentina, rebautizada más tarde como Asociación de Mayo. En la sesión inaugural del 23 de junio de 1838 Echeverría lee las "palabras simbólicas" cuyo desarrollo da origen al Credo o Declaración de principios que constituyen la creencia social de la República Argentina, conocié en 1846 como Dogma Socialista. Apartados de las dos facciones "que se han disputado el poderío durante la revolución", ni federales ni unitarios, los jóvenes encabezados por Echeverría se proponen restaurar el pensamiento de Mayo: "La fórmula única, definitiva, fundamental de nuestra existencia como pueblo libre es: Mayo, Progreso, Democracia" (Dogma Socialista). Después de algunas reuniones secretas los jóvenes comienzan a dispersarse.


CANCIONERO FEDERAL

Desde el ascenso de Rosas al poder, en Buenos Aires sólo ha cabida para una prensa adicta al gobierno. Su vocero oficial es La Gaceta Mercantil, dirigida desde 1829 hasta 1852 por el erudito italiano Pedro de Angelis. A través de sus páginas, y generalmente en forma anónima, se suceden las composiciones laudatorias, en las que se celebran, vertidos en molde académico, los triunfos de Rosas, las derrotas de sus enemigos, los aniversarios de la ascensión al poder y hasta las fechas íntimas.




       
También abundan los periódicos de vida efímera (como El Gaucho, El Torito de los Muchachos, El Toro de Once, todos de Luis Pérez) escritos en lenguaje gauchesco, "acompadrado", o imitando el habla de los negros, a cuyo evidente valor testimonial cabe agregar una frescura y originalidad de la que están exentas las composiciones de corte neoclásico.
Esta poesía popular adquiere un carácter cada vez más combativo, hasta llegar al tono soez frente a ciertos acontecimientos y personajes: las campañas de Lavalle, la figura de Rivera, el bloqueo francés de 1838. Desde Montevideo la prensa proscripta contesta y ataca, empleando el mismo tono, utilizando los mismos recursos.


LOS POETAS EN EL EXILIO

Año 1839. El bloqueo francés, los levantamientos y las conspiraciones atentan seriamente contra el gobierno de Rosas, quien, sin embargo logra resistir y afianzarse aún más en el poder. Berón de Estrada, Ramón y Vicente Maza, Pedro Castelli, Ambroise Crámer y otros engrosan la lista de los caídos en la lucha contra Rosas ese año.
Alberdi ya ha abandonado Buenos Aires, iniciando un exilio que durará más de cuarenta años; poco a poco lo seguirán los restantes miembros de su generación. Echeverría es uno de los últimos en emigrar (recién lo hará a fines de 1840, ante el fracaso de la invasión de Lavalle), porque emigrar es "inutilizarse para el país".
Montevideo (y también Chile y Bolivia) recibe a los desterrados que comparten el exilio con los unitarios de la generación anterior; los une el común anhelo de abatir a Rosas, pero las diferencias generacionales (políticas, estéticas) son profundas.
Desde El Iniciador de Montevideo (desde cuyo último número se publica el Credo) los jóvenes proscriptos difunden las nuevas ideas. Más adelante, a través de El Nacional, se hostilizará abiertamente a Rosas, sobre todo desde 1839, en que Rivera Indarte se hace cargo de la dirección. Junto a éstos aparecen otros periódicos combativos, de estilo gauchesco, cuyo principal colaborador es Hilario Ascasubi. Una publicación singular por sus características es El Grito Argentino (24 de febrero - 30 de junio de 1839), en el que colaboran Alberdi, Luis Dominguez, Andrés Lamas y otros, destinado, fundamentalmente, al hombre de campo de Buenos Aires.

José Rivera Indarte. Fanático Rosista en un principio, fue
también fanático opositor desde su exilio en Montevideo
1841 es el año de la muerte de Lavalle, del fracaso de la Liga del Norte y el sacrificio de su jefe Marco Avellaneda, de los preparativos para el avance sobre Montevideo. Pero también es el año de una famosa justa poética en celebración del 25 de mayo, a raíz de la cual Alberdi, a cuyo cargo queda la publicación de los trabajos, escribe un alegato que resulta un verdadero manifiesto del romanticismo americano. Polemizando con Florencio Varela, representante del neo-clasicismo  autor del Informe del certamen, Alberdi sostiene: "...pretender que la poesía sea completa  que nuestra sociedad esté en germen, es desconocer la mutua dependencia, que todos reconocen hoy, de la literatura con la sociedad".
¿Pero es que la poesía tiene cabida en una sociedad convulsionada, cuya juventud ha decidido abocarse a la acción? Ya en 1837 , desde La Moda, Alberdi censura duramente una poesía de Juan María Gutiérrez, "A ella". "¿Cual ella?" se pregunta Alberdi, "¿La Patria? ¿La Humanidad? No. Una mujer." Pero Alberdi no es poeta. Echeverría sí lo es (el más admirado por los jóvenes, el más elogiado por la crítica) y no tiene reparos en escribir poesía amatoria e incluso canciones que en su momento alcanzan gran popularidad. Desde el exilio montevideano, los jóvenes románticos se vuelcan a una poesía combativa, centrándose, sobre todo durante las celebraciones del 25 de mayo, en la figura de Rosas, el anti-Mayo. (Pocos ataques más efectivos que la difundida composición "A Rosas, el 25 de mayo de 1843", de José Mármol). Pero otros temas también los reclaman. La poesía nativa en su vertiente culta, dentro de la línea de "La Cautiva" (y, como señala Rojas, a diferencia de la corriente dialectal en la que se inscriben Bartolomé Hidalgo, Ascasubi, José Hernández), es frecuentada por Mitre ("Santos Vega"), Luis Dominguez ("El Ombú"), Juan María Gutiérrez ("Endecha del gaucho").
Sin embargo, no es en la poesía donde los proscriptos románticos han de alcanzar sus mayores logros. Hacia 1838 Echeverría escribe El Matadero (conocido recién en 1871), perfilando el cuento nacional; en 1845 un gran romántico, Sarmiento, publica Facundo, el intento más ambicioso de definir e interpretar el país y sus formas de vida; y ya en los albores de Caseros, otro romántico, Mármol, marca con Amalia el inicioreal del género novelístico.
En la historia de las letras y el pensamiento argentino ninguna otra generación ha resultado tan pródiga en obras originales y definitorias. Con ellas la literatura nacional alcanza por fin perfiles propios.

Fuente: Cabal, Graciela, Prólogo de "La época de Rosas". Ed. CEAL.

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