Bandera utilizada en la campaña contra Rosas |
El 1º de mayo de 1851 la provincia de Entre Ríos acepta la renuncia que de la dirección de las relaciones exteriores correspondientes a las Provincias Unidas presentó el gobernador Rosas, como lo hacía periódicamente. Era la primera vez (en quince años) que ello ocurría, porque antes, todos sumisamente, rogaban a Rosas que no dejara de representar al país. El temor o la incondicionalidad los llevaba a ello. Ahora Urquiza rompía con el mito. Según el historiador Antonio Zinny; "la actitutud del gobierno de Entre Ríos puso en evidencia que las repetidas renuncias de Rosas eran pura farsa". Cada vez que éste lo hacía, lo que sucedía todos los años, rogando encarecidamente a la Junta de Representantes (esa especie de órgano colegiado porteño autómata del Restaurador), ésta lejos de aceptar aquella renuncia, le hacía nuevos ofrecimientos humillantes. El 20 de septiembre de 1851 aceptó con júbilo el desistimiento de Rosas a renunciar y declaró que todos los fondos de la provincia, las fortunas, vidas, famas y porvenir de los Representantes y de sus comitentes quedaban sin limitación y reserva alguna a disposición del gobernador Rosas hasta dos años después de terminada la guerra contra el general Urquiza, a quien declaró criminal y se lo trató con el dictado de loco, traidor y salvaje unitario, etc. Poco después, la misma Sala de Representantes exoneró al gobernador Rosas de presentar mensajes hasta tres años después de haber vencido a Urquiza y de todo otro deber, ordinario y extraordinario, aceptando los Representantes todas las consecuencias de esa sanción.
La provincia de Corrientes (que tres veces se alzó contra el régimen del hacendado y tres veces cayó) imita a Entre Ríos veinte días después y una semana más tarde se firma en Montevideo el pacto de alianza ofensiva-defensiva contra Oribe (aliado de Rosas en la Banda Oriental). Suscriben al pacto el Imperio del Brasil, el gobierno oficial de la República Oriental del Uruguay y las provincias de Corrientes y Entre Ríos.
Pedro II, Emperador del Brasil. Comandante de las tropas brasileñas aliadas a Urquiza |
El 8 de octubre, Oribe capitula ante Urquiza y mucha de sus fuerzas van a engrosar los ejércitos aliados. A estos se agregan las fuerzas correntinas que, como los demás espera ver abiertos los ríos que Rosas mantiene cerrados y que servirán para alimentar su comercio, su vida. El enorme Ejército Libertador supera el anchuroso Paraná y se lanza sobre la capital porteña, dónde Rosas espera con sus fuerzas de Buenos Aires.
Según el historiador Arturo Capdevilla; "Mucho se ha hablado de la adhesión puramente verbal que las provincias prestaron en 1851 al gobierno de Rosas. Paréceme que la verdad histórica es otra; si la adhesión no llegó a tributo de sangre fue porque Rosas, lejos de desearlo, lo estorbó, temeroso de armar al interior escaldado por la experiencia entrerriana. De este modo, Rosas se presenta en batalla sin ejército confederado, rodeado solamente de sus tropas naturales". Cuenta Carlos Ibarguren que; "Rosas tenía más confianza en su pueblo porteño que le respondía con fervor, que en sus aliados los gobernadores provincianos, a quienes miraba, con su suspicacia característica, como camanduleros."
Memorial de Rosas en Southampton. el dictador permanecería en Inglaterra durante 25 años hasta su muerte en 1877 |
Ya embarcado en la acción contra Rosas, el Brasil designa al marino Juan Pascual Grenfell, veterano de las campañas libertadoras en el Pacífico, jefe de la escuadra que habrá de secundar a Urquiza y concurre con sus naves hasta frente a Montevideo, donde corre el trance de entrar en combate con las fuerzas de Gran Bretaña y Francia que estaban allí, comandadas por los almirantes Reynolds y Leprédour, respectivamente, porque estos habían pretendido trasladar en sus buques hasta Buenos Aires a los oficiales del ejército de Rosas que habían colaborado con Oribe. Se estaba en un momento singular de la política de Francia y Gran Bretaña en el Plata, ya que, luego de haber combatido a Rosas con el arma poderosa del bloqueo, eran los almirantes de esas potencias los que mas deseaban su prolongación en el poder.
Hasta que se llega a la batalla de Caseros, cuenta Bartolomé Mitre que "nadie actuó en la lucha con empeño entre los adictos del gobernador de Buenos Aires, excepto el coronel Martiniano Chilavert. Sus hombres no tuvieron nervio para afrontar combate formal y los que se sublevaron matando a su mando, fueron renuentes, como el propio comandante e jefe, el general Ángel Pacheco. Fue, más que una dispersión, una disolución por su propia inercia."
Huye Rosas del campo de batalla al que se había asomado, cuando vio perdida la partida, dejando que la lucha continuara para seguir su fuga. Cambia ropas con su asistente Lorenzo López y se va a casa de mister Robert Gore, que era el encargado de negocios de Su Majestad Británica. Allí pide asilo...
Fuente: Alfredo R. Burnet-Merlín. Cuando Rosas quiso ser inglés, 1a. edición. Abril, 1974
Muchas gracias por la Nota! Muy buena
ResponderEliminarNunca había leído algo tan claro como esta nota.
El tirano de Rosas que se fue a tomar el te con su Reina y a morir alli en su Pais la Inglaterra.
Honor y Gloria al gral Urquiza y todos los federales que lucharon por la liberacion y la Libertad!