jueves, 15 de marzo de 2012

La muerte del Chacho, una polémica de Letras


San Juan
18  de Noviembre  de 1863
Excelentísimo señor presidente de la República brigadier general don Bartolomé Mitre.
Mi estimado amigo:

      No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados aquí he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses. Los ejércitos harán paz, pero la tranquilidad no se restablecería, porque a nadie se le puede inspirar confianza de que no principie la guerra cuando le plazca al Chacho invadir las provincias vecinas. Es su profesión, ejercida impunemente treinta años, hallando siempre en la razón de estado o en el interés de los partidos medios de burlarse de leyes y constituciones y aceptándolo como uno de los rasgos de la vida argentina y de nuestro modo de ser. Sea, pero seamos lógicos: cortarle la cabeza cuando se le da alcance, es otro rasgo argentino. El derecho no rige sino con los que lo respetan, los demás están fuera de la ley; y no tiene el idioma en vano estas locuciones. Hizo él o Puebla degollar en el Valle Fértil a mi primo don Maximiliano Albarracín en su casa, como Carlos Ángel haya obtenido indulto. La guerra civil concluye, pues, por actos militares gloriosos, como el de Caucete, y por el castigo de Olta. En Chile como en San Juan, recién creerán en nuestras diarias promesas de pacificación, ridículas a fuerza de verlas desmentidas por el alzamiento del primer pillo que lanza su reto al gobierno, al ejercito, dejando desacreditada hasta la victoria; pues el Chacho había conseguido ese resultado derrotado siempre, vencido jamás suma tutti, impotencia de la nación. Si la guerra continúa dos meses, San Juan entrega las cartas, sino por agotamiento. Hoy respira, los arrieros se prestarán a salir a vender sus frutos de dos años, los mineros a restablecer sus trabajos: de Chile vendrán hombres y capitales...

La carta fue escrita por el entonces gobernador de San Juan; Domingo Faustino Sarmiento, tras enterarse del asesinato del líder riojano Angel Vicente Peñaloza, el cual encabezaba uno de los últimos levantamientos federales posteriores al triunfo de Mitre sobre Urquiza en Pavón.

Chacho Peñaloza
El Chacho Peñaloza inició su carrera de armas en las huestes de Facundo Quiroga, y se opuso a Rosas trás la muerte de su antiguo comandante en 1835. Se exilió en Chile y preparó junto con Felipe Varela una invasión en las provincias de Cuyo dónde fue rechazado por el General sanjuanino Nazario Benavidez en 1842. Seis años después fue indultado por éste, quien a su vez se negó al pedido de Rosas de entregar al caudillo riojano.
Luego del asesinato de Benavidez, Peñaloza colabora militarmente a instaurar la intervención federal del gobierno de Urquiza. Es reconocido por el entrerriano con el grado de coronel, y más adelante el Congreso lo reconoció como general de la Nación.
Ofreció fuerte resistencia por el espacio de meses a las tropas centralistas de Mitre. Desde San Juan, Sarmiento solicitó refuerzos a Buenos Aires sospechando de una insurrección del heredero de Facundo...


En abril de 1863 Sarmiento lanza una proclama contra Peñaloza para evitar que San Juan quede "reducido a la barbarie". Mitre encarga la dirección de la guerra a Sarmiento, instando al sanjuanino a que trate de evitar comprometer al gobierno nacional.
En junio, el Chacho logra entrar a la ciudad de Córdoba, amenazando con extenderse hacia todo el noroeste con su táctica montonera. Sarmiento exige en una carta a Mitre que se termine con el caudillo montonero: "no trate de economizar sangre de gauchoÉste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes".
Finalmente, en noviembre de 1863, Peñaloza es sorprendido y asesinado en Olta cuando se encontraba rendido. El mayor Irrázabal, quien comandaba la patrulla que capturó al caudillo riojano, es quien lo manda a ejecutar, ordenando también la exhibición de su cabeza sobre una pica, en medio de la plaza de la pequeña aldea riojana.

La prensa urquicista elevó a Peñaloza al rango de mártir. José Hernandez escribiría en diciembre desde su diario 'El Argentino' un folletín dedicado a la 'Vida del Chacho';

Los salvajes unitarios están de fiesta. Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos más prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la República Argentina. El partido Federal tiene un nuevo mártir. El partido Unitario tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes. El general Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriato Argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban Las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento
El partido que invoca la ilustración, la decencia, el progreso, acaba con sus enemigos cosiéndolos a puñaladas.
La sangre de Peñaloza clama venganza, y la venganza será cumplida sangrienta, como el hecho que la provoca, reparadora como lo exige la moral, la justicia y la humanidad ultrajada con ese cruento asesinato.
Detener el brazo de los pueblos que ha de levantarse airado mañana para castigar a los degolladores de Peñaloza, no es la misión de ninguno que sienta correr en sus venas sangre de argentinos.
No lo hará el general Urquiza. Puede esquivar si quiere a la lucha, su responsabilidad personal…
El partido unitario es insaciable, y el general Urquiza tiene también que pagar su tributo de sangre a la ferocidad unitaria.
Lea Urquiza la historia sangrienta de nuestros últimos días; recuerde a sus amigos Benavidez, Virasoro, Peñaloza, sacrificados bárbaramente por el puñal unitario; recuerde los asesinos del Progreso que desde 1852 lo vienen acechando.
No se haga ilusiones el general Urquiza con las amorosas palabras del General Mitre; Represéntese el cadáver del general Peñaloza degollado, revolcado en su propia sangre, en medio de su familia después de haber encanecido en servicio de la patria, después de haber perdonado la vida de sus enemigos más encarnizados.

José Hernandez y Domingo Sarmiento
Los principales literatos argentinos enfrentados en política

La oposición a Sarmiento sería una constante en la vida política de José Hernandez. En 1872 publicará el 'Martín Fierro' reivindicando al gaucho y estableciendo una posición crítica con respecto al sistema de reclutamiento de frontera destinado a combatir al indio y ocupar los territorios por este  controlado.


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